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domingo, 20 de diciembre de 2015

Ciclos Vitales de la Naturaleza Humana

El agua debe permanecer en movimiento; tiene un ritmo, un ciclo que es gobernado sobre todo por el movimiento gravitacional de la luna.
Las expansiones y las contracciones diarias de los océanos durante las mareas son como el ciclo respiratorio de la Tierra.
La luna es Yin, el principio receptivo, femenino y oscuro, relativo al subconsciente: lo escondido y las emociones. El agua tiene esas mismas características. El estado del agua en el cuerpo puede reflejar el estado de las emociones. Como el planeta, nosotros también podemos tener sequías e inundaciones, charcas estancadas y corrientes de agua fresca.
Todos tenemos nuestros ciclos. Muchos de nosotros poseemos ciclos en los que se liberan las emociones retenidas, como en las lluvias del invierno. Luego, con una nueva conciencia y la expresión de estos sentimientos, viene un verdadero aligeramiento de nuestra energía. El agua, retenida a veces en el cuerpo junto con las emociones, puede ser causa de letargo, lentitud, irritabilidad e incapacidad para la expresión.

Según la Medicina Tradicional China, los individuos con deficiente energía del agua pueden tener dificultades para relajarse o descansar, y una incapacidad de reflexionar claramente.

Un elemento agua equilibrado permite la fluidez, la capacidad de descansar y de nutrirse a uno mismo y a los otros, de guiar la percepción y la reflexión, y de expresar los sentimientos, como el amor. Las cualidades de la compasión, el entendimiento y la respuesta a las necesidades y sentimientos de los demás se consideran a menudo como manifestaciones de los aspectos femenino y maternal, y son también características del elemento agua.

Yin y Yang

La Unicicidad del Universo tiene dos aspectos que pueden considerarse como dualidades, como polaridades o incluso como conflictos. Son las dos fuerzas primarias: el yang, que trata del invierno y el agua son las partes más yin de los ciclos.

La mayor parte de las cosas existen como una combinación del yin y el yang, más que como uno y otro puro.
Algunos aspectos de yin son: frío, húmedo, receptivo, profundo y hacia adentro. El yin se relaciona con la Tierra y con la forma; el yang, con el Cielo y la energía, y es caliente, seco, activo, ligero, superficial y hacia afuera.

Estas dos fuerzas las vemos en alternativos flujos y reflujos en la naturaleza y dentro de nosotros durante todo el tiempo, en los ciclos mensuales solar-lunares, en el día y la noche y, ciertamente, en cada momento; y en nuestra respiración y en los latidos del corazón. El corazón se contrae, se vacía, se relaja y se llena de nuevo. Los ciclos del yin y del yang son como los latidos del Universo.

Nuestra conciencia sigue el mismo esquema al cambio. La conciencia activa; que se expande y se relaciona con las cosas que hay en nuestro exterior, se considera yang; retirarse hacia adentro, escuchar y ser receptivo, es yin. Hay un constante equilibrio entre los dos. El día se hace noche, la noche se hace día, luz y oscuridad. El amanecer y el ocaso son los momentos del día en que el yin y el yang están equilibrados. Cada día nos levantamos con la luz, desplegándonos lentamente desde el estado de sueño, nos expandimos y vamos a trabajar, a la actividad y la luz del sol; entretanto, el yang es dominante; más tarde experimentamos el yin cuando regresamos a casa buscando apoyo, nutrición, relajación, sueño y el juego con las realidades interiores.

De modo similar, en cada ciclo lunar el Sol (el principio masculino, activo, y luminoso) y la Luna (el principio femenino, receptivo, y oscuro) pasan por muchas relaciones. También experimentamos internamente este cambio cíclico. Durante el periodo de la luna nueva (cuando el Sol y la Luna están en el cielo en el mismo grado relativo con respecto a la Tierra), con sus noches más oscuras, nuestra experiencia es más yin, interesada por necesidades interiores, por la creatividad y por mirar hacia el siguiente ciclo.

En la luna llena, cuando nuestro satélite refleja la luz del Sol por la noche (el Sol y la Luna tienen en el cielo una separación relativa de 180° con respecto a la Tierra), nuestra experiencia es más yang, a menudo con noches brillantes y activas, fiestas y menos necesidad de sueño.


Las cuatro estaciones son también un ciclo yin/yang; la luz del día domina durante un tiempo, y luego vuelven las noches más largas. El verano es la estación más yang, con días largos y mucha actividad bajo el sol; en el otoño va creciendo el yin, hasta el solsticio de invierno. Luego empieza a crecer el yang hasta que la noche y el día se igualan en el equinoccio primaveral; y de nuevo predomina la energía yang a través del verano. Incluso aunque algunos climas puedan ser más calientes o más fríos, o tengan cambios climáticos menos definidos, debemos entender que el ciclo luz/oscuridad es la relación importante para la diferenciación de las estaciones.

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