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lunes, 14 de noviembre de 2011

Virtudes una Vida Espiritual - La Compasion

La calidad de nuestra energía (chi) es tan importante como la cantidad. Para cultivar nuestra energía de una manera beneficiosa hemos de cultivar nuestras mejores cualidades emocionales y espirituales.
Todos nacemos dotados de virtudes como el amor, la delicadeza, la bondad, el respeto, la honestidad, la justicia y la rectitud. Estas son cualidades favorables de nuestras emociones y, de una manera muy característica en su enraizada perspectiva, se conectan con nuestros órganos corporales. Cuando expresamos estas virtudes, nuestra energía de vida (chi) fluye suave y eficientemente. Pero si descuidamos el cultivo de las virtudes, corremos el riesgo de canalizar la energía adicional que estemos generando hacia las emociones destructivas, exacerbando cualquier tendencia neurótica que podamos tener. Hemos de recordar que habitualmente sacamos las energías emocionales que más prevalecen en nosotros.
Aunque nacemos virtuosos, es inevitable que durante nuestro proceso de crecimiento nos encontremos con ciertas emociones como el miedo, el enfado, la crueldad, la impaciencia, la preocupación, la tristeza y la pena. Dichas emociones, si dejamos que se enconen, pueden perjudicar nuestra salud y debilitar nuestro sistema inmunitario. La medicina moderna reconoce actualmente que la presencia de emociones nocivas, como el enfado y el miedo, pueden ocasionar agotamiento en el sistema inmunológico del cuerpo antes de que aparezcan los síntomas clínicos de la enfermedad. Dichas emociones también pueden polucionar nuestras relaciones personales y nuestra relación con el mundo en general.
Algunas tradiciones espirituales nos apremian a librarnos de estas emociones y de la energía desgastante. Las emociones dañinas son parte natural e inevitable del ser humano, como el día y la noche, el calor y el frío, el blanco y el negro. No podemos escapar de esta basura emocional del mismo modo que tampoco podemos evitar generar las basuras y residuos reales. Todo es energía. Su solución consiste en reciclar la energía y las emociones nocivas en emociones beneficiosas o virtudes. En nuestras emociones nocivas hay una energía muy valiosa, del mismo modo que el reciclado de basura puede producir una inmensa fuente de energía. Nada debe echarse a perder.

El Cultivo de la Compasión

La compasión es la expresión más elevada de la emoción humana y de la energía virtuosa. La compasión no es una virtud más sino la culminación de todas las virtudes, expresada en un momento dado como una mezcla de justicia, bondad, delicadeza, honestidad, respeto, coraje y amor. Cuando una persona es compasiva, tiene el poder de expresar todas y cada una de las virtudes enumeradas en el momento justo.
La gente no suele tener una idea clara de qué es la compasión, y a menudo se confunde con la simpatía. Sin embargo, la simpatía es una debilidad que muestran los individuos cuando se dejan afectar fácilmente por las emociones de los demás. La compasión está más relacionada con la empatía, un estado de conciencia más elevado que permite reconocer las expresiones emocionales de los demás sin dejarse desequilibrar por ellas. La diferencia entre empatía y compasión reside en que la compasión no se considera una emoción o sentimiento, sino un estado de conciencia superior del que irradian de manera natural las mejores cualidades humanas. La compasión es la forma más refinada de la energía de la vida.
Antes de poder abrir nuestro corazón y el resto de nosotros a los demás, debemos asegurarnos que transformamos las emociones nocivas que llevamos con nosotros y cultivamos la compasión por nosotros mismos y por las demás personas de nuestra vida. A medida que cultivamos el amor propio, también podemos llevar ese amor al resto de nuestra vida. La compasión nos permite amar incondicionalmente y, por lo tanto, aceptar el mundo tal como es sin sufrir.

El Ciclo de la Compasión

Para practicar este ejercicio has de relajarte y respirar. La relajación y la respiración profunda permiten que el cuerpo se abra y que resulte más fácil hacer circular y unificar las energías del cuerpo.

1. El Corazón: comienza centrándote en el corazón. Sonríe a tu corazón sintiéndolo suave y amoroso. Mentalmente, haz girar en espiral la energía amorosa dentro de tu corazón.
2. Los Riñones: ahora lleva la atención hacia los riñones (en la espalda a la altura del ombligo y a ambos lados de la columna). Sonríeles y deja que un sentimiento de delicadeza se eleve hasta tu corazón para que se mezcle con la energía amorosa que ya estaba presente.
3. El Hígado: ahora lleva la atención hacia el hígado (en el lado derecho, debajo de la caja torácica). Sonríele y deja que un sentimiento de bondad se eleve hasta el corazón. Haz girar en espiral la energía que llega al corazón de modo que empiece a mezclarse con el resto de la energía que ya estaba allí.
4. De Nuevo Al Corazón: vuelve a tomar conciencia del corazón. Sonríele y, en esta ocasión, siente amor, alegría y felicidad. Haz girar la energía en espiral en tu corazón de modo que se mezcle con el resto de la energía que ya estaba presente.
5. El Bazo: ahora lleva la atención hacia el bazo (en el lado izquierdo debajo de la caja torácica). Sonríele y permite que el sentimiento de apertura y equidad se eleve hacia el corazón. Haz girar esa energía en el corazón de modo que se mezcle con el resto de la energía presente.
6. Los Pulmones: finalmente, lleva la atención a los pulmones. Sonríeles y deja que un sentimiento de coraje y rectitud fluya hacia tu corazón. Haz girar esa energía en espiral dentro de tu corazón de modo que se mezcle con el resto de la energía allí presente, y que juntas se conviertan en energía compasiva.