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domingo, 22 de diciembre de 2013

Obviando lo Evidente

En nuestro mundo cotidiano estamos acostumbrados a considerar como cierto y verdadero, sólo lo que pueden mostrarnos nuestros sentidos y más concretamente el sentido de la vista. Nuestra manera de "ver" el mundo no va mucho más allá y cada vez se agudiza más el problema; ya que cada vez más, la capacidad para percibir con los demás sentidos, se está viendo en detrimento a favor del sentido de la vista.
Obviar lo evidente es "parar" por un instante o momento (eterno...) lo que nos esté mostrando el vertiginoso sentido de la vista, para prestar atención al siguiente sentido que damos mayor uso, el sentido del oído.
El sentido del oído involucra más y mejor al individuo en toda situación de intercomunicación que haga con el medio en el que se desenvuelva. El sentido del oído obliga a "parar" un instante la primera atención de la vista y profundizar un poco más en el interior antes de tomar cualquier decisión o actuar.

En la actualidad el sentido que más importancia tiene para el ser humano es el sentido de la vista. Esto no es raro ya que nos sentimos muy orgullosos de los logros alcanzados en esta dirección por la especie humana. Este no es el problema, la cuestión es que los demás sentidos han pasado a un segundo término. Ahora se está enseñando a "tener sensibilidad con las máquinas". Todo nuestro mundo está dirigido y diseñado para las imágenes, para lo que vemos, lo que ven nuestros ojos, etc. la lista es interminable. Quizá sea este uno de los problemas del estrés, ya que la velocidad con que actúan las imágenes, obligan al cerebro y a todo el conjunto del organismo a actuar con la misma rapidez, una rapidez para la que el organismo no había sido diseñado. Esto conlleva el comportamiento acelerado y, por lo tanto, muchas veces erróneo, por ser confuso, de todas y cada una de las células del cuerpo. Se puede comprobar fácilmente observando el incremento alarmante de todo tipo de patologías, de las llamadas, ahora, crónicas y para las cuales no existe ningún remedio médico. A este estrés generalizado, simplemente ocasionado por la manera de "ver" el mundo, habría que añadirle todo tipo de represivos para la perfecta recuperación de un organismo cansado, como son todo tipo de fármacos, comida basura, agua contaminada y aire cada vez más viciado, por no hablar de los rayos ultravioleta. (U.V.A), yo diría "mala uva", de los rayos solares debido al deterioro y desaparición de la capa de ozono. Ante esta situación parece poco probable que con, prestar atención al mundo que nos rodea y con el que interactuamos, sólo cambiando el canal de percepción podamos mejorar y cambiar cualquier situación en la que estemos relacionándonos. Al dar más prioridad al sentido del oído que al de la vista, la salud de la persona será más plena, gracias a que la velocidad de funcionamiento del cerebro se ralentizaría lo suficiente para que todos los sistemas del organismo funcionen de manera adecuada. "Tomarse un respiro", antes de actuar, acto este que no se realiza cuando se pasa directamente desde el sentido de la vista y del cerebro, sin filtrarlo por el oído.

En el oído reside el equilibrio del cuerpo. Con nuestra atención enfocada en lo que escuchemos a través de nuestros oídos nos vamos a permitir tener una conciencia integrada, o aprender a hacerlo, de los dos hemisferios cerebrales. Los oídos también por su situación en la zona del cráneo, permiten al individuo aumentar, a la vez que abrir, los canales de percepción, obviando lo evidente que nos muestran nuestros ojos y para lo cual no necesitamos involucrar toda nuestra atención, ya que lo hacemos de forma automática, ¿de aquí la proliferación de máquinas que pueblan todo nuestro mundo cada vez más? El individuo, utiliza el sentido de su vista, de forma autómata, ya que al no haber filtro de equilibrio proporcionado por el oído, los mensajes que recibe desde el exterior se almacenan o, la persona, reacciona ante el estímulo recibido de manera arbitraria y precipitada, casi siempre basándose en visiones o imágenes anteriores de su experiencia personal, así como los sentimientos y creencias que de ellos se hayan derivado.

El sentido del oído está también relacionado con los órganos de los riñones. En los riñones se encuentra la semilla de la vida. Casi todo el mundo ha visto alguna fotografía de un feto en gestación, dentro del útero materno, y podemos observar la similitud entre éste y un riñón, en la forma que adoptamos en la gestación. En los riñones se encuentra almacenada la energía ancestral o energía heredada por nuestros progenitores. Aprender a utilizar el sentido del oído nos faculta para cerrar dos zonas por donde el cuerpo pierde la energía, ya no sólo la energía ancestral, sino también, la energía adquirida a través de la respiración, la alimentación y los hábitos de salud; ya que vamos a tener una mayor conciencia interna del cuerpo, al permitirnos escuchar el cuerpo y sus necesidades reales.

Los riñones también son la residencia de la voluntad y del miedo. Cuando actuamos desde el sentido del oído, u obviando lo evidente, empezamos a considerar estos aspectos de nuestra personalidad desde una percepción diferente. Para eso es preciso escuchar qué tiene que decir nuestra mente a este respecto. En muchos menos casos se oye un mundo caótico en contra de ver un mundo caótico. Quizá sea porque no se pueda escuchar un mundo caótico por lo insoportable que resultaría. Ante esto nuestra mente nos protege, dejando de lado el sonido, haciéndolo ininteligible, y mostrando solamente imágenes, que causan mucho menor impacto en nuestro cerebro que el producido por las palabras y sonidos. Pero, basándose en la repetición, ésas imágenes van a producir un efecto igual de letal, pero que se retrasa, dentro del concepto que tenemos del tiempo, gracias a la no-escucha de la sociedad actual. Así que ganamos un poco de tiempo, pero en definitiva, seguimos igual de enfermos y nos sentimos igual de desdichados, pero eso sí, tenemos más tiempo para disfrutar de nuestra desdicha.

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