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lunes, 25 de febrero de 2013

Medicina Tradicional China

El sistema de la medicina tradicional china, de miles de años de antigüedad, sigue existiendo por su belleza y simplicidad. Enlaza al hombre/mujer con la naturaleza, y la armoniosa comunicación entre ellos les proporciona salud mutua. El viejo concepto de que los cambios de estación afectan al crecimiento y el bienestar humanos fue desarrollado en la antigua China.

La fuerza de la vida, o “chi”, se halla presente en las dos fuerzas primordiales, “yin” y “yang”; éstas son las dualidades o polaridades que reflejan a los estados opuestos en continuo intercambio. El “yang” es la energía pura correspondiente al cielo; el “yin” es sustancia, y representa a la tierra. El “yang”, principio masculino, activo, de luz, es la fuerza que desea expandirse a todo; el “yin”, principio femenino, receptivo y de oscuridad, es la fuerza que quiere contraerse en la nada. La interacción de ambas fuerzas es lo que determina la naturaleza misma del universo; su relación se manifiesta como los cinco elementos esenciales que forman todas las cosas.

La “teoría de los cinco elementos” es una relación primordial en el sistema chino. Relaciona toda energía y sustancia con alguno de los cinco elementos: fuego, tierra, metal (aire), agua y madera. Cada uno está relacionado con una de las direcciones y con una de las estaciones, siendo el elemento tierra el centro direccional, relacionado con el final del verano o verano hindú.

El proceso de los cinco elementos pasa por el nacimiento, crecimiento, maduración, cosecha y almacenamiento. En la vida diaria vemos la idea, acción, manifestación, comunicación y reflejo volviendo a la recreación. Cada elemento tiene un color, dos órganos corporales, un tejido que gobierna y muchas otras asociaciones.

Entre los cinco elementos hay dos tipos principales de relación. El primero es la “creación”, o ciclo “Sheng”, llamado también la relación “madre-hijo”. Un elemento da luz al siguiente y lo nutre con una fluencia de energía. Por ejemplo, la madera da lugar al fuego, que crea la tierra; por tanto, se considera que el fuego es hijo de la madera y madre de la tierra. El ciclo completo es: madera crea fuego que crea tierra que crea meta que crea agua y crea madera.

Otra relación entre los elementos se llama “Ko”, o ciclo de “control” y representa el proceso mediante el cual los elementos se controlan y equilibran. Sin embargo, si uno se vuelve demasiado fuerte o demasiado débil, puede atacar a otro o ser dañado por otro. La madera daña a la tierra (penetración de la raíz), el fuego destruye el metal (fundiéndolo y haciéndolo líquido), la tierra controla el agua (presas), el metal ataca a la madera (hachas) y el agua hiere al fuego (apagándolo).

De acuerdo con la leyenda china, los cinco elementos llegaron desde las diferentes direcciones acompañados de los factores climáticos, y continuaron hasta crear el mundo y el cuerpo humano. El “Healing Ourselves”, Naboru Muramoto afirma: “El este creo el viento; el viento crea la madera. Las fuerzas de la primavera crean el viento en el cielo y la madera en la tierra. Crean el hígado y los músculos dentro del cuerpo, y los ojos, y el color verde, y el sabor agrío, la cólera como emoción y la capacidad del sonido que llamamos grito”.

La enfermedad se clasifica, o como “yang”: caliente, en exceso y cerca de la superficie, o como “yin”: frío, insuficiente y profunda. Las causas de la enfermedad son externas e internas, y se les llaman “diablos” o “daños”. Las causas externas incluyen principalmente los climas, que cuando son extremos penetran en un organismo débil e hieren un órgano específico. Los climas “perversos” que pueden causar enfermedad son el viento, el calor, la humedad, la sequedad y el frío. Entre los factores externos están también las bacterias y otros agentes infecciosos, los venenos y la polución, así como las heridas traumáticas. Las causas internas de la enfermedad son las emociones, como el exceso de alegría o tristeza, la cólera, depresión, obsesión, preocupación, pena y miedo. Otras causas internas son la tensión, el esfuerzo excesivo, el desajuste dietético, la actividad sexual excesiva, el exceso de mucosidad, la coagulación sanguínea y la herencia. Cada “daño” puede afectar a un órgano específico. El frío y la humedad pueden dañar los pulmones; el calor y la sequedad afectan al corazón; la cólera emocionalmente reprimida puede dañar el hígado, y el exceso de miedo a los riñones. Cada órgano tiene un clima y una emoción específicos que pueden debilitarlo y dejarlo más vulnerable. Un órgano dañado o un sistema débil son, claro está, más susceptibles a enfermar.

Aprendiendo a adaptarse a los cambios externos, mientras se reconoce y se aclara la experiencia interna, se aprende a mantener la salud. La naturaleza influye en el ser humano y el ser humano influye en la medicina. Como la naturaleza cambia, también habrá de hacerlo finalmente la práctica médica.
El sistema de acupuntura describe la circulación de la energía en el cuerpo a través de una serie de canales llamados “meridianos”, por los que fluye el “chi” o la fuerza vital. Como en el caso de la sangre, la linfa y los sistemas nerviosos, debe haber una fluencia abierta para el mantenimiento de la salud. Su entorno y todo lo que uno piensa afecta a la fluencia de esa energía. Cuando la fluencia de ”chi” queda perturbada por un periodo de tiempo pueden manifestar síntomas físicos. Cuando la fluencia se abre y los órganos son fuertes y funcionan hay equilibrio y todo va bien.

Cada veinticuatro horas el “chi” fluye por todo el cuerpo por los doce meridianos de un modo específico, de manera que en cada periodo de dos horas hay un órgano dominante. Esta fluencia puede describirse anatómicamente a lo largo de los meridianos. Como ejemplo, la cima de energía para los pulmones se produce entre las tres y las cinco de la madrugada. Si este órgano tiene una energía excesiva o está perturbado de alguna forma, puede hacerse evidente durante este tiempo. Doce horas después del momento cumbre es el momento de menor energía para ese órgano; es decir, en el caso de los pulmones, entre las tres y las cinco de la tarde. Si los síntomas se producen en un órgano débil o deficiente, pueden aparecer también en el periodo de energía mínima. Si se observa la anatomía de los meridianos, se puede seguir la fluencia continua desde un meridiano al siguiente a lo largo del día.

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