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lunes, 8 de octubre de 2012
Algunas Verdades sobre el Ser Humano
Cómo liberar tu mente
Cuando miramos un objeto solo podemos ver un lado a la vez; así es la naturaleza de la visión. Exactamente de la misma manera, cuando pensamos en algo, solo podemos pensar en ello dentro de un contexto a la vez; así es la naturaleza del pensamiento. L contexto determina lo que la mente piensa con la misma seguridad en que el ángulo de visión determina lo que ven los ojos.
“Contenido” significa “la cosa en sí” y “contexto” significa la manera en cómo se interactúa con ella.
Entender cómo el cambio de contexto cambia la experiencia humana es fundamental para entender la vida humana de manera práctica.
La mente es reductiva
La mente es incapaz de saber qué es algo, y también es incapaz de entender completamente que no lo puede saber. Todo lo que puede hacer la mente es crear modelos, y luego insistir en que la realidad encaje en estos modelos, lo que en la realidad raras veces ocurre.
Describir cualquier cosa completamente requeriría una cantidad infinita de declaraciones. Puesto que es muy inconveniente para la mente crear un número infinito de declaraciones, tiene que decidir qué aspecto de una cosa es importante, y luego usar ese aspecto como símbolo de la totalidad. La elección del aspecto a usar de esta manera determina en gran medida con qué eficiencia la mente creará felicidad y poder para el individuo.
Cuando una persona está experimentando dificultades para conseguir algo es porque esa persona está manteniendo la situación en un contexto inapropiado. La limitación es realmente una función del contexto y el cambio apropiado de contexto hace que lo que parecía ser una limitación tome otro aspecto.
No existe ningún contexto universalmente apropiado
No existe contexto alguno en el que una persona quisiera sabiamente mantenerse todo el tiempo; la capacidad de cambiar de contextos libremente es altamente deseable. “El pensamiento positivo” no es siempre deseable y si uno se atiene a él con demasiada rigidez, puede ser limitador e incluso peligroso. Lo deseable es el “pensamiento apropiado”.
El pensamiento positivo es maravilloso y desde luego tiene su lugar apropiado, pero no es sustituto para el sentido común y la acción diligente. Cada modelo tiene su limitación y cualquier modelo al cual uno se aferra rígidamente se convertirá en una trampa.
La mente es una biblioteca de contextos
Para interactuar con el mundo que nos rodea tenemos que clasificar los datos que recibimos con nuestros sentidos y luego ordenar todo según el tipo y su función. Desempeñamos esta tarea compleja con sorprendente velocidad y además lo damos por sentado. Para hacer esto posible llevamos con nosotros una biblioteca de contextos “computarizada” de alta velocidad conocida como “la mente”. La interacción entre la mente y la experiencia determina en qué contexto se mantendrá una experiencia, y esa interacción se conoce como “pensamiento”.
El origen de toda negatividad
Podemos definir la negatividad como el “uso habitual de contextos inapropiados para optimizar la propia felicidad y el propio poder”.
En cualquier momento dado, una persona puede estar experimentando exactamente lo que está experimentando. La persona puede estar agradecida por esa experiencia o puede estar comparándola con un estándar imaginario, como “lo que quisiera que estuviera aquí”, “lo que debiera estar aquí” o “lo que solía estar aquí”, etc., y decidir que lo que realmente está experimentando no llega a lo que se puede imaginar. La primera opción se llama “celebrarlo”, la segunda se llama “mal-hacer”.
La gente tiene tremendas ganas de sentirse bien y al mismo tiempo un fuerte impulso por tener razón. Entonces insisten en que lo que están “mal-haciendo” realmente es malo en sí, y luego retiran su conciencia del hecho en un esfuerzo por sentirse bien. Esta retirada de conciencia es conocida como “represión”.
Después de “mal-hacer” y de reprimir, lo que se “mal-hizo” se convierte en algo de lo cual la persona se esconde, o se aleja. La sensación desagradable se almacena en el cuerpo como una tensión crónica o algún otro problema físico. Lo que pasa en la mente es algo como esto:
Un mecanismo nuevo se crea en la mente (inconscientemente) y este mecanismo evalúa constantemente la experiencia de la persona en cada momento y la compara con su estándar imaginario. Así, una vez que se haya “mal-hecho” algo y se haya reprimido, se seguirá “mal-haciéndolo”, de la misma manera en cada momento.
El origen de comportamientos y experiencias no deseados
Cuando se hace algo mal (“mal-hacer”), se crea un deseo para que sea mejor, y la mente empieza a hacer planes para mejorarlo. En el momento de la represión, el mejor plan que puede inventar la mente hasta ese momento se convierte en una parte importante del mecanismo nuevo. Subsiguientemente, si la experiencia actual en algún momento es evaluada por la mente como siendo demasiada baja, entonces ese plan, que ahora es conocido como “adaptación compulsiva”, es puesto en acción inmediatamente por la mente inconsciente.
Como experiencia estas adaptaciones compulsivas se conocen como “impulsos”. La mayoría de la gente tiene uno o más impulsos que dan la impresión de no terminar nunca. Es fácil entender que los impulsos muchas veces son para cosas que no ayudan ni en la felicidad, ni en la buena salud, ni en la prosperidad de una persona. Esto no es sorprendente si consideramos que los impulsos surgen de mecanismos de dualidad de “mal-hacer”.
La mayoría de la gente tienen un impulso u otro operando en todo momento. Mucha gente piensa que el propósito de sus vidas es satisfacer sus impulsos: nada más hayan terminado de satisfacer un impulso, llegará otro en su lugar y seguirán su rumbo satisfaciéndolo.
La naturaleza de la represión
Cada pensamiento tiene un sentimiento correspondiente. Si puedes sentir tus pensamientos de manera bastante consecuente, estás en buen camino para eliminar tus patrones de represión.
El pensamiento y el sentimiento son realmente la misma cosa. Solo que se perciben de dos maneras diferentes a la vez.
Cualquier cosa con lo cual se pueda tener alguna interacción tendrá por lo menos un pensamiento en la mente que le corresponda. La interacción más básica que se puede tener con algo es identificar “lo que es”.
Cuando se experimenta algún tipo de emoción o sentimiento, se puede “sintonizar” cómo se siente y dónde se siente exactamente en el cuerpo. A esto se le llama “patrón de energía”.
Un buen modelo para describir la represión trata sobre la relación entre le cuerpo físico y el cuerpo energético. El cuerpo energético es el cuerpo que tenemos al soñar. Al soñar no se experimenta el cuerpo físico porque el cuerpo energético no está dentro del cuerpo físico. Cuando estamos despiertos el cuerpo físico se experimenta hasta el punto en que el cuerpo energético está en contacto con él. En estos términos, la represión es la retirada a largo plazo del cuerpo energético de áreas del cuerpo físico donde está pasando algo que la persona ha elegido no experimentar.
Dentro de este modelo, el cuerpo energético es el que da vida y organización a un montón de moléculas y las mantiene trabajando juntas en la forma ordenada que llamamos cuerpo físico. La retirada del cuerpo energético del cuerpo físico, a causa de la represión, da como resultado un bloqueo de la energía vital organizadora en esa parte del cuerpo físico. Las moléculas se vuelven menos organizadas, una condición conocida como envejecimiento o enfermedad.
La represión de una emoción lleva inevitablemente a tener más de la misma emoción. Las emociones tienen ciclos naturales que llevan a su resolución. La represión no deja que esos ciclos se completen y dan como resultado una acumulación de esa emoción en la mente y en el cuerpo. Esta acumulación buscará una salida, una situación de sobrerreacción para aliviar la presión que crea.
Represión significa desviar parte de la energía con el propósito de retener otras partes de energía para así no sentirla. Esto consume muchísima energía. Cualquier cosa que contribuya al deterioro de la mente o del cuerpo es represora.
Cuando miramos un objeto solo podemos ver un lado a la vez; así es la naturaleza de la visión. Exactamente de la misma manera, cuando pensamos en algo, solo podemos pensar en ello dentro de un contexto a la vez; así es la naturaleza del pensamiento. L contexto determina lo que la mente piensa con la misma seguridad en que el ángulo de visión determina lo que ven los ojos.
“Contenido” significa “la cosa en sí” y “contexto” significa la manera en cómo se interactúa con ella.
Entender cómo el cambio de contexto cambia la experiencia humana es fundamental para entender la vida humana de manera práctica.
La mente es reductiva
La mente es incapaz de saber qué es algo, y también es incapaz de entender completamente que no lo puede saber. Todo lo que puede hacer la mente es crear modelos, y luego insistir en que la realidad encaje en estos modelos, lo que en la realidad raras veces ocurre.
Describir cualquier cosa completamente requeriría una cantidad infinita de declaraciones. Puesto que es muy inconveniente para la mente crear un número infinito de declaraciones, tiene que decidir qué aspecto de una cosa es importante, y luego usar ese aspecto como símbolo de la totalidad. La elección del aspecto a usar de esta manera determina en gran medida con qué eficiencia la mente creará felicidad y poder para el individuo.
Cuando una persona está experimentando dificultades para conseguir algo es porque esa persona está manteniendo la situación en un contexto inapropiado. La limitación es realmente una función del contexto y el cambio apropiado de contexto hace que lo que parecía ser una limitación tome otro aspecto.
No existe ningún contexto universalmente apropiado
No existe contexto alguno en el que una persona quisiera sabiamente mantenerse todo el tiempo; la capacidad de cambiar de contextos libremente es altamente deseable. “El pensamiento positivo” no es siempre deseable y si uno se atiene a él con demasiada rigidez, puede ser limitador e incluso peligroso. Lo deseable es el “pensamiento apropiado”.
El pensamiento positivo es maravilloso y desde luego tiene su lugar apropiado, pero no es sustituto para el sentido común y la acción diligente. Cada modelo tiene su limitación y cualquier modelo al cual uno se aferra rígidamente se convertirá en una trampa.
La mente es una biblioteca de contextos
Para interactuar con el mundo que nos rodea tenemos que clasificar los datos que recibimos con nuestros sentidos y luego ordenar todo según el tipo y su función. Desempeñamos esta tarea compleja con sorprendente velocidad y además lo damos por sentado. Para hacer esto posible llevamos con nosotros una biblioteca de contextos “computarizada” de alta velocidad conocida como “la mente”. La interacción entre la mente y la experiencia determina en qué contexto se mantendrá una experiencia, y esa interacción se conoce como “pensamiento”.
El origen de toda negatividad
Podemos definir la negatividad como el “uso habitual de contextos inapropiados para optimizar la propia felicidad y el propio poder”.
En cualquier momento dado, una persona puede estar experimentando exactamente lo que está experimentando. La persona puede estar agradecida por esa experiencia o puede estar comparándola con un estándar imaginario, como “lo que quisiera que estuviera aquí”, “lo que debiera estar aquí” o “lo que solía estar aquí”, etc., y decidir que lo que realmente está experimentando no llega a lo que se puede imaginar. La primera opción se llama “celebrarlo”, la segunda se llama “mal-hacer”.
La gente tiene tremendas ganas de sentirse bien y al mismo tiempo un fuerte impulso por tener razón. Entonces insisten en que lo que están “mal-haciendo” realmente es malo en sí, y luego retiran su conciencia del hecho en un esfuerzo por sentirse bien. Esta retirada de conciencia es conocida como “represión”.
Después de “mal-hacer” y de reprimir, lo que se “mal-hizo” se convierte en algo de lo cual la persona se esconde, o se aleja. La sensación desagradable se almacena en el cuerpo como una tensión crónica o algún otro problema físico. Lo que pasa en la mente es algo como esto:
Un mecanismo nuevo se crea en la mente (inconscientemente) y este mecanismo evalúa constantemente la experiencia de la persona en cada momento y la compara con su estándar imaginario. Así, una vez que se haya “mal-hecho” algo y se haya reprimido, se seguirá “mal-haciéndolo”, de la misma manera en cada momento.
El origen de comportamientos y experiencias no deseados
Cuando se hace algo mal (“mal-hacer”), se crea un deseo para que sea mejor, y la mente empieza a hacer planes para mejorarlo. En el momento de la represión, el mejor plan que puede inventar la mente hasta ese momento se convierte en una parte importante del mecanismo nuevo. Subsiguientemente, si la experiencia actual en algún momento es evaluada por la mente como siendo demasiada baja, entonces ese plan, que ahora es conocido como “adaptación compulsiva”, es puesto en acción inmediatamente por la mente inconsciente.
Como experiencia estas adaptaciones compulsivas se conocen como “impulsos”. La mayoría de la gente tiene uno o más impulsos que dan la impresión de no terminar nunca. Es fácil entender que los impulsos muchas veces son para cosas que no ayudan ni en la felicidad, ni en la buena salud, ni en la prosperidad de una persona. Esto no es sorprendente si consideramos que los impulsos surgen de mecanismos de dualidad de “mal-hacer”.
La mayoría de la gente tienen un impulso u otro operando en todo momento. Mucha gente piensa que el propósito de sus vidas es satisfacer sus impulsos: nada más hayan terminado de satisfacer un impulso, llegará otro en su lugar y seguirán su rumbo satisfaciéndolo.
La naturaleza de la represión
Cada pensamiento tiene un sentimiento correspondiente. Si puedes sentir tus pensamientos de manera bastante consecuente, estás en buen camino para eliminar tus patrones de represión.
El pensamiento y el sentimiento son realmente la misma cosa. Solo que se perciben de dos maneras diferentes a la vez.
Cualquier cosa con lo cual se pueda tener alguna interacción tendrá por lo menos un pensamiento en la mente que le corresponda. La interacción más básica que se puede tener con algo es identificar “lo que es”.
Cuando se experimenta algún tipo de emoción o sentimiento, se puede “sintonizar” cómo se siente y dónde se siente exactamente en el cuerpo. A esto se le llama “patrón de energía”.
Un buen modelo para describir la represión trata sobre la relación entre le cuerpo físico y el cuerpo energético. El cuerpo energético es el cuerpo que tenemos al soñar. Al soñar no se experimenta el cuerpo físico porque el cuerpo energético no está dentro del cuerpo físico. Cuando estamos despiertos el cuerpo físico se experimenta hasta el punto en que el cuerpo energético está en contacto con él. En estos términos, la represión es la retirada a largo plazo del cuerpo energético de áreas del cuerpo físico donde está pasando algo que la persona ha elegido no experimentar.
Dentro de este modelo, el cuerpo energético es el que da vida y organización a un montón de moléculas y las mantiene trabajando juntas en la forma ordenada que llamamos cuerpo físico. La retirada del cuerpo energético del cuerpo físico, a causa de la represión, da como resultado un bloqueo de la energía vital organizadora en esa parte del cuerpo físico. Las moléculas se vuelven menos organizadas, una condición conocida como envejecimiento o enfermedad.
La represión de una emoción lleva inevitablemente a tener más de la misma emoción. Las emociones tienen ciclos naturales que llevan a su resolución. La represión no deja que esos ciclos se completen y dan como resultado una acumulación de esa emoción en la mente y en el cuerpo. Esta acumulación buscará una salida, una situación de sobrerreacción para aliviar la presión que crea.
Represión significa desviar parte de la energía con el propósito de retener otras partes de energía para así no sentirla. Esto consume muchísima energía. Cualquier cosa que contribuya al deterioro de la mente o del cuerpo es represora.
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