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probadas y usadas por millones de personas, con éxito, en todo el mundo;
para el remedio de síntomas como la depresión, el estrés, la ansiedad.
Dolores musculares y óseos. Problemas respiratorios y alergias.
martes, 12 de enero de 2016
Segmentos en Somatosicodinamica - SPD
Existe, desde hace cierto tiempo, la tendencia a tomar en consideración aquellas técnicas que tienen como objetivo el restablecimiento de la vitalidad energética, como son la homeopatía, la acupuntura, la fitoterapia, la dietética, el masaje y de manera general las prácticas corporales.
La mayor parte de dichas terapias se caracterizan por su concepción estrictamente materialista debido a su práctica mecanicista.
La somatosicodinámica considera el soma y la psique como una unidad funcional, haciéndose necesario el equilibrio energético entre las dos partes para asegurar la salud real. Por lo tanto, desde el punto de vista de la somatosicodinámica, es ilógico hablar, sea en términos físicos, sea en términos psíquicos, pues cada manifestación del ser humano va a ser siempre la expresión del funcionamiento energético, la base de la vida.
El fenómeno de la vida es un aspecto visible del concepto energético, influenciado por diversos factores variables del medio ambiente. Por lo tanto, no es posible localizar el equilibrio estático, sino que es más bien un equilibrio dinámico ligado a una dimensión espacio-tiempo; en otras palabras, ligado a la dimensión histórica y ecológica.
El ser vivo, a fin de establecer contacto entre él mismo, los demás y su entorno, dispone de un conjunto de factores de reciprocidad y adaptación. Este sistema dialéctico en su conjunto implica un intercambio energético continuo, de forma que, cuando se bloquea, produce una estasis energética. Dicha estasis o carencia energética provoca manifestaciones corporales y/o en el plano psíquico. La energía estancada llega a ser peligrosa para el cuerpo.
Por lo tanto, no es posible desde el punto de vista terapéutico eliminar estos síntomas actuando unilateralmente, ya sea sobre lo físico o sobre lo psíquico. El síntoma es siempre la expresión de una emoción: la respuesta a una estimulación, una percepción más o menos estresante, sea gratificante o frustrante (principio del placer). Dicha percepción está siempre ligada a la sensorialidad del sujeto.
La Somatosicodinamica SPD, en lo que concierne a la patología clínica, propone la división del cuerpo en siete segmentos:
- Primer Segmento: los ojos, los oídos, a los cuales añadimos la nariz (telerreceptores).
- Segundo Segmento: la boca.
- Tercer Segmento: el cuello.
- Cuarto Segmento: el tórax.
- Quinto Segmento: el diafragma.
- Sexto Segmento: el abdomen.
- Séptimo Segmento: la pelvis.
El tono funcional óptimo de cada nivel es, teóricamente, aquel en donde encuentra su equilibrio la función neurovegetativa y muscular.
Salvo la piel, presente en todo el cuerpo y que siendo de origen ectodérmico se la puede considerar nuestro cerebro exterior, los otros cuatro sentidos están localizados en la cabeza y corresponden a los dos primeros niveles.
A propósito de los bloqueos de los diferentes niveles, que es necesario distinguir entre ellos, como ya hemos señalado, tres categorías bien distintas:
1) Los bloqueos primitivos.
2) Los bloqueos principales.
3) Los bloqueos secundarios.
Conviene añadir que se constatan "correspondencias recíprocas energéticas" entre ciertos niveles, lo que se expresa por los diferentes rasgos caracteriales de un mismo individuo.
El primer segmento muscular -que comprende los ojos, los oídos, así como la nariz que une este nivel al segundo, la boca-, a causa de su función telerreceptora, constituye la puerta de entrada del miedo, lo que ocasiona la angustia, la ansiedad del terror, y a su vez la angustia.
La conexión privilegiada de ese primer segmento con el diafragma (quinto segmento) es evidente.
Otros segmentos tienen cierta vinculación con este último, como veremos más adelante.
El segundo segmento, la boca, tiene una correspondencia directa con la pelvis (séptimo), no solamente en lo referente a la genitalidad, sino también en lo concerniente a las funciones de secreción.
El tercer segmento, el cuello, es el bloqueo principal clásico. Aquí es donde se encuentran todas las defensas vinculadas al instinto de conservación. Es el aliento del autocontrol. También se halla aquí el núcleo más importante de la ambivalencia, lo cual explica la interconexión con el cuarto segmento, el tórax, pero también con el diafragma (quinto segmento), porque el narcisismo -que se asienta en el cuello- conduce al sujeto a realizar esfuerzos masoquistas con una ansiedad que controla para alcanzar sus fines. El hecho de ser incapaz de dejarse ir, de abandonarse (autocontrol), implica igualmente un vínculo con la pelvis (séptimo segmento).
El cuarto segmento, el tórax, es la zona de paso entre los tres primeros segmentos (pregenitales) y los tres siguientes, los seudogenitales. (No existe segmento genital ya que el término genital implica al individuo en su totalidad, sin bloqueo alguno cualquiera sea el segmento...)
El quinto segmento, el diafragma,es el más importante: no hay vida sin respiración y este músculo es un verdadero distribuidor de energía. Es por lo que se halla interconectado a todos los otros segmentos.
El sexto segmento, el abdomen, constituye el puente entre el diafragma y la pelvis (séptimo segmento) que permite la descarga energética fisiológica del orgasmo.
El orgasmo no debe ser reducido a una mera noción de placer, sino más bien de goce, en el sentido pleno, total, de ese término: ¡el gozo!
El séptimo segmento no puede funcionar convenientemente más que a condición del desbloqueo de los seis primeros.
Es importante señalar que al respecto de los segmentos y sus respectivos bloqueos, así como sus correspondencias sólo hacemos una explicación aproximativa.
La mayor parte de dichas terapias se caracterizan por su concepción estrictamente materialista debido a su práctica mecanicista.
La somatosicodinámica considera el soma y la psique como una unidad funcional, haciéndose necesario el equilibrio energético entre las dos partes para asegurar la salud real. Por lo tanto, desde el punto de vista de la somatosicodinámica, es ilógico hablar, sea en términos físicos, sea en términos psíquicos, pues cada manifestación del ser humano va a ser siempre la expresión del funcionamiento energético, la base de la vida.
El fenómeno de la vida es un aspecto visible del concepto energético, influenciado por diversos factores variables del medio ambiente. Por lo tanto, no es posible localizar el equilibrio estático, sino que es más bien un equilibrio dinámico ligado a una dimensión espacio-tiempo; en otras palabras, ligado a la dimensión histórica y ecológica.
El ser vivo, a fin de establecer contacto entre él mismo, los demás y su entorno, dispone de un conjunto de factores de reciprocidad y adaptación. Este sistema dialéctico en su conjunto implica un intercambio energético continuo, de forma que, cuando se bloquea, produce una estasis energética. Dicha estasis o carencia energética provoca manifestaciones corporales y/o en el plano psíquico. La energía estancada llega a ser peligrosa para el cuerpo.
Por lo tanto, no es posible desde el punto de vista terapéutico eliminar estos síntomas actuando unilateralmente, ya sea sobre lo físico o sobre lo psíquico. El síntoma es siempre la expresión de una emoción: la respuesta a una estimulación, una percepción más o menos estresante, sea gratificante o frustrante (principio del placer). Dicha percepción está siempre ligada a la sensorialidad del sujeto.
La Somatosicodinamica SPD, en lo que concierne a la patología clínica, propone la división del cuerpo en siete segmentos:
- Primer Segmento: los ojos, los oídos, a los cuales añadimos la nariz (telerreceptores).
- Segundo Segmento: la boca.
- Tercer Segmento: el cuello.
- Cuarto Segmento: el tórax.
- Quinto Segmento: el diafragma.
- Sexto Segmento: el abdomen.
- Séptimo Segmento: la pelvis.
El tono funcional óptimo de cada nivel es, teóricamente, aquel en donde encuentra su equilibrio la función neurovegetativa y muscular.
Salvo la piel, presente en todo el cuerpo y que siendo de origen ectodérmico se la puede considerar nuestro cerebro exterior, los otros cuatro sentidos están localizados en la cabeza y corresponden a los dos primeros niveles.
A propósito de los bloqueos de los diferentes niveles, que es necesario distinguir entre ellos, como ya hemos señalado, tres categorías bien distintas:
1) Los bloqueos primitivos.
2) Los bloqueos principales.
3) Los bloqueos secundarios.
Conviene añadir que se constatan "correspondencias recíprocas energéticas" entre ciertos niveles, lo que se expresa por los diferentes rasgos caracteriales de un mismo individuo.
El primer segmento muscular -que comprende los ojos, los oídos, así como la nariz que une este nivel al segundo, la boca-, a causa de su función telerreceptora, constituye la puerta de entrada del miedo, lo que ocasiona la angustia, la ansiedad del terror, y a su vez la angustia.
La conexión privilegiada de ese primer segmento con el diafragma (quinto segmento) es evidente.
Otros segmentos tienen cierta vinculación con este último, como veremos más adelante.
El segundo segmento, la boca, tiene una correspondencia directa con la pelvis (séptimo), no solamente en lo referente a la genitalidad, sino también en lo concerniente a las funciones de secreción.
El tercer segmento, el cuello, es el bloqueo principal clásico. Aquí es donde se encuentran todas las defensas vinculadas al instinto de conservación. Es el aliento del autocontrol. También se halla aquí el núcleo más importante de la ambivalencia, lo cual explica la interconexión con el cuarto segmento, el tórax, pero también con el diafragma (quinto segmento), porque el narcisismo -que se asienta en el cuello- conduce al sujeto a realizar esfuerzos masoquistas con una ansiedad que controla para alcanzar sus fines. El hecho de ser incapaz de dejarse ir, de abandonarse (autocontrol), implica igualmente un vínculo con la pelvis (séptimo segmento).
El cuarto segmento, el tórax, es la zona de paso entre los tres primeros segmentos (pregenitales) y los tres siguientes, los seudogenitales. (No existe segmento genital ya que el término genital implica al individuo en su totalidad, sin bloqueo alguno cualquiera sea el segmento...)
El quinto segmento, el diafragma,es el más importante: no hay vida sin respiración y este músculo es un verdadero distribuidor de energía. Es por lo que se halla interconectado a todos los otros segmentos.
El sexto segmento, el abdomen, constituye el puente entre el diafragma y la pelvis (séptimo segmento) que permite la descarga energética fisiológica del orgasmo.
El orgasmo no debe ser reducido a una mera noción de placer, sino más bien de goce, en el sentido pleno, total, de ese término: ¡el gozo!
El séptimo segmento no puede funcionar convenientemente más que a condición del desbloqueo de los seis primeros.
Es importante señalar que al respecto de los segmentos y sus respectivos bloqueos, así como sus correspondencias sólo hacemos una explicación aproximativa.
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