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domingo, 24 de enero de 2016
Bloqueos Energeticos en la Unidad de Cuerpo, Mente y Emociones
Es imposible negar la existencia de una fuerza creadora que regula la vida, y ¿qué más concreto para un ser humano que el cuerpo?
Todas las manifestaciones vitales son manifestaciones energéticas, y toda perturbación en el funcionamiento energético se expresa en sus aspectos físicos (somáticos) o psíquicos; doble vertiente que apoyada por una perspectiva energética (dinámica) expresa la unidad funcional del cuerpo y del espíritu.
Aunque sólo sea por su valor operativo, conviene hacer hincapié en el paralelismo de esta dualidad constitutiva de la especie humana, no sin buscar sistemáticamente los trazados de los flujos energéticos que la sostienen y la alimentan. Dentro de dicha perspectiva, la energía se manifiesta siempre ligada o representada; simplificando al extremo diremos que se halla ligada a las estructuras biológicas (órganos, tejidos, sobre todo musculares) e incluso en estasis (energía estancada) y que se representa en las formaciones psíquicas, en especial las de carácter.
Así pues, la intervención en el plano terapéutico se define por su incidencia en las estructuras del carácter y la intervención directa sobre el cuerpo (constatación y disolución de la coraza muscular a través del masaje, ejercicios corporales en los diferentes segmentos, etcétera).
El objetivo en los dos casos es deshacer los bloqueos y las fijaciones: tanto las tensiones y las rigideces como las perturbaciones neurovegetativas y las inhibiciones psíquicas, para que el sujeto pueda llegar, en su cuerpo, en sus emociones y en el juego de sus estructuras psicológicas y de percepción; y al sentimiento de una circulación suficientemente buena, fluida y elástica, de la energía.
Lo biológico, el cuerpo, lo psíquico y el carácter, no son nunca aspectos aislados en dominios autónomos, sino que, por el contrario, se inscriben siempre en formas de diferente envergadura, desde las microsociedades como son la pareja y la familia, hasta las amplias agrupaciones como son las naciones y la misma humanidad.
Es muy importante el trabajo que gira en torno a la prevención. Prevención de la neurosis, por supuesto, pero aún más de las biopatías que son perturbaciones masivas con efectos mortales, en donde concuerdan con sus impecables incidencias, las opresiones sociopolíticas, los desequilibrios psicológicos, los cambios emocionales y las perturbaciones orgánicas.
El trabajo preventivo debería incidir en las mismas fuentes, tanto sociales como biológicas y psíquicas de la existencia individual:
1. Intervención en la mujer embarazada para preservar y facilitar una circulación energética "calurosa" entre el útero materno y el feto.
2. Condiciones necesarias para un "nacimiento sin violencia".
3. Preservación de los equilibrios afectivos durante el periodo materno.
4. Acción pedagógica para preservar y desarrollar el mecanismo de la autorregulación: a)la curiosidad, b) la espontaneidad creadora y c) la autonomía en el niño.
5. Toma en consideración leal y franca de la sexualidad en el adolescente, etcétera.
Se trata, en todos los casos, permitir deshacernos del miedo, miedo primitivo que hiela las emociones, pervierte las relaciones, alimentando las rigideces y en última instancia, obstaculiza la energía vital: miedo de vivir, con sus múltiples facetas, pero con idéntica acción mortal.
Se trata de favorecer el principio del gozo de la vida. El principio del goce único, capaz, puede ser, de asegurar a la humanidad su porvenir.
Aunque sólo sea por su valor operativo, conviene hacer hincapié en el paralelismo de esta dualidad constitutiva de la especie humana, no sin buscar sistemáticamente los trazados de los flujos energéticos que la sostienen y la alimentan. Dentro de dicha perspectiva, la energía se manifiesta siempre ligada o representada; simplificando al extremo diremos que se halla ligada a las estructuras biológicas (órganos, tejidos, sobre todo musculares) e incluso en estasis (energía estancada) y que se representa en las formaciones psíquicas, en especial las de carácter.
Así pues, la intervención en el plano terapéutico se define por su incidencia en las estructuras del carácter y la intervención directa sobre el cuerpo (constatación y disolución de la coraza muscular a través del masaje, ejercicios corporales en los diferentes segmentos, etcétera).
El objetivo en los dos casos es deshacer los bloqueos y las fijaciones: tanto las tensiones y las rigideces como las perturbaciones neurovegetativas y las inhibiciones psíquicas, para que el sujeto pueda llegar, en su cuerpo, en sus emociones y en el juego de sus estructuras psicológicas y de percepción; y al sentimiento de una circulación suficientemente buena, fluida y elástica, de la energía.
Lo biológico, el cuerpo, lo psíquico y el carácter, no son nunca aspectos aislados en dominios autónomos, sino que, por el contrario, se inscriben siempre en formas de diferente envergadura, desde las microsociedades como son la pareja y la familia, hasta las amplias agrupaciones como son las naciones y la misma humanidad.
Es muy importante el trabajo que gira en torno a la prevención. Prevención de la neurosis, por supuesto, pero aún más de las biopatías que son perturbaciones masivas con efectos mortales, en donde concuerdan con sus impecables incidencias, las opresiones sociopolíticas, los desequilibrios psicológicos, los cambios emocionales y las perturbaciones orgánicas.
El trabajo preventivo debería incidir en las mismas fuentes, tanto sociales como biológicas y psíquicas de la existencia individual:
1. Intervención en la mujer embarazada para preservar y facilitar una circulación energética "calurosa" entre el útero materno y el feto.
2. Condiciones necesarias para un "nacimiento sin violencia".
3. Preservación de los equilibrios afectivos durante el periodo materno.
4. Acción pedagógica para preservar y desarrollar el mecanismo de la autorregulación: a)la curiosidad, b) la espontaneidad creadora y c) la autonomía en el niño.
5. Toma en consideración leal y franca de la sexualidad en el adolescente, etcétera.
Se trata, en todos los casos, permitir deshacernos del miedo, miedo primitivo que hiela las emociones, pervierte las relaciones, alimentando las rigideces y en última instancia, obstaculiza la energía vital: miedo de vivir, con sus múltiples facetas, pero con idéntica acción mortal.
Se trata de favorecer el principio del gozo de la vida. El principio del goce único, capaz, puede ser, de asegurar a la humanidad su porvenir.
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Terapia Reichiana
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