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probadas y usadas por millones de personas, con éxito, en todo el mundo;
para el remedio de síntomas como la depresión, el estrés, la ansiedad.
Dolores musculares y óseos. Problemas respiratorios y alergias.
viernes, 9 de julio de 2010
Equilibrio Mediante la Alimentacion
El concepto de dieta equilibrada surgió pensando en que los alimentos proveen los nutrientes necesarios para el sustento de la vida. En la alimentación no sólo hay que cumplir con los mínimos nutrientes necesarios, sino también de no exceder los máximos y así como elegir adecuadamente la procedencia de los mismos.
La dieta no es algo que se pueda medir matemáticamente, aislando determinados elementos. Pero, cada vez están saliendo nuevos componentes cuyo efecto era desconocido.
La dieta más equilibrada es aquella que resulta compatible con el mejor estado de salud para cada uno. El estado de salud depende, además de una dieta equilibrada, de la constitución de cada uno, del medio en que vivimos y de cómo nos movemos en él.
Los alimentos, incluido el oxígeno que respiramos, constituyen una poderosa herramienta para conseguir la calidad de vida que más se adecue a las características constitucionales (físicas, emotivas y mentales) de cada uno.
El equilibrio es algo muy particular y cada uno tiene que encontrarlo utilizando ambos hemisferios cerebrales, analizando científicamente y globalizando intuitivamente.
Con el sentido común puesto en marcha, sólo comeremos alimentos que podamos digerir, asimilar perfectamente, eliminar sus residuos, y que sean adecuados a nuestro estado físico, a nuestro clima y a la actividad realizada.
No hay alimentos buenos y alimentos malos, sino dietas más o menos saludables.
Para que una dieta sea saludable tiene que tener los alimentos en proporciones adecuadas para que no sea expansiva ni contractiva, que mantenga el equilibrio Sodio-Potasio, y que no resulte acidificante ni alcalinizante, ni oxidativa ni reductora.
Las parejas de parámetros antagónicos y complementarios tienen que estar balanceados para conseguir una dieta equilibradora. Esta parejas son las siguientes:
- Expansión y Contracción
- Sodio y Potasio
- Ácido y Alcalino
- Oxidante y Antioxidante
Para saber qué deberíamos comer, también hemos de tener presentes las peculiaridades del Sistema Digestivo.
Un adulto tiene 32 piezas dentales. 4 son para morder y desgarrar (caninos). 8 en la parte delantera para cortar y trocear (incisivos). 20 a modo de molinillos, aptos para aplastar y moler alimentos tales como granos, hortalizas y frutas.
La longitud de nuestro sistema digestivo se aproxima más a los animales herbívoros que a los carnívoros. Los alimentos de origen animal se pudren más rápidamente que los de origen vegetal, produciéndose sustancias potencialmente tóxicas a medida que van descomponiéndose.
Por otra parte, la longitud de nuestro apéndice es mucho menos que la de los herbívoros, lo que indica que nuestro diseño no es demasiado compatible con el crudivorismo.
Nuestra saliva, además, es ligeramente alcalina y contiene amilasas, enzimas que ayudan a digerir los hidratos de carbono complejos, presentes casi exclusivamente en el mundo vegetal. Sin embargo, la saliva de los carnívoros es ligeramente ácida y no contienen amilasas.
Estamos físicamente capacitados para comer de todo sin repercusiones inmediatas, pero nos conviene una dieta más vegetariana que carnívora, rica en hidratos de carbono complejos y muy especialmente cereales y legumbres.
El equilibrio de nuestra fisiología depende de tres funciones:
- La alimentación
- El metabolismo
- La eliminación
Demasiados alimentos o demasiado pocos; alimentos inadecuados; un mal funcionamiento por disminución del metabolismo y una eliminación insuficiente, provocan las toxinas que son un estancamiento dentro del cuerpo de desechos que deberían haber sido evacuados.
Tres Aspectos del Hombre
Cuando nos duele algo vamos al doctor. Cuando nuestra mente está confusa vamos al psiquiatra y cuando somos unos inadaptados vamos al psicólogo. Aunque podamos partir al hombre en tres partes, en realidad es una unidad que fragmentamos para poder analizarlo mejor, pero nuestros tres aspectos, físico, emotivo y mental, son inseparables y están íntimamente relacionados.
El cerebro depende del resto del cuerpo, las células que lo componen son nutridas por la sangre a partir de los alimentos que ingerimos, no sólo de lo que comemos, también de lo que bebemos y, sobre todo, de cómo respiramos.
En nuestro cerebro existen tres partes bien definidas que de abajo hacia arriba son: El tallo encefálico que regula las funciones vitales básicas (respiración, metabolismo y reacciones y movimientos automáticos (latidos del corazón).
El sistema límbico (tálamo) que regula las emociones y el cortex y el neocortex que nos proporcionan la capacidad de memorizar y pensar respectivamente.
Los estímulos o sensaciones emotivas llegan directamente al tálamo, el cual envía una señal a la amígdala (pequeña estructura interna del cerebro que es crucial para la formación de los recuerdos sobre experiencias emocionales significativas); y la amígdala elabora las respuestas de acuerdo con experiencias anteriores similares al estímulo emocional recibido. Por ejemplo, una sensación de miedo es percibida por el tálamo, se envía al neocortex para hacerlo consciente, de allí pasa a la amígdala, que dirá si es grave o no, cómo actuar y ordenará a las suprarrenales segregar más o menos cantidad de adrenalina.
La secreción de adrenalina dependerá del estímulo recibido y de la funcionalidad de las suprarrenales. Si las suprarrenales son muy sensibles, al menor estímulo se disparan y pueden llegar a producir una taquicardia por cualquier insignificancia. A veces, las neuronas del tálamo (que también son nutridas por la sangre como las demás células) están muy activas y dan una respuesta automática sin pasar por el neocortex. Son los llamados secuestros emocionales, también llamados arrebatos.
Las personas más equilibradas son aquellas cuya vida es la adecuada a sus características físicas, emotivas y mentales.
Si están interesados en practicar el arte del equilibrio, tienen que comenzar por conocerse a ustedes mismos y a su entorno, para satisfacer sus necesidades físicas, emotivas y mentales. Más adelante se irán ofreciendo herramientas, o claves, de cómo conseguir el equilibrio a través de la alimentación.
La dieta no es algo que se pueda medir matemáticamente, aislando determinados elementos. Pero, cada vez están saliendo nuevos componentes cuyo efecto era desconocido.
La dieta más equilibrada es aquella que resulta compatible con el mejor estado de salud para cada uno. El estado de salud depende, además de una dieta equilibrada, de la constitución de cada uno, del medio en que vivimos y de cómo nos movemos en él.
Los alimentos, incluido el oxígeno que respiramos, constituyen una poderosa herramienta para conseguir la calidad de vida que más se adecue a las características constitucionales (físicas, emotivas y mentales) de cada uno.
El equilibrio es algo muy particular y cada uno tiene que encontrarlo utilizando ambos hemisferios cerebrales, analizando científicamente y globalizando intuitivamente.
Con el sentido común puesto en marcha, sólo comeremos alimentos que podamos digerir, asimilar perfectamente, eliminar sus residuos, y que sean adecuados a nuestro estado físico, a nuestro clima y a la actividad realizada.
No hay alimentos buenos y alimentos malos, sino dietas más o menos saludables.
Para que una dieta sea saludable tiene que tener los alimentos en proporciones adecuadas para que no sea expansiva ni contractiva, que mantenga el equilibrio Sodio-Potasio, y que no resulte acidificante ni alcalinizante, ni oxidativa ni reductora.
Las parejas de parámetros antagónicos y complementarios tienen que estar balanceados para conseguir una dieta equilibradora. Esta parejas son las siguientes:
- Expansión y Contracción
- Sodio y Potasio
- Ácido y Alcalino
- Oxidante y Antioxidante
Para saber qué deberíamos comer, también hemos de tener presentes las peculiaridades del Sistema Digestivo.
Un adulto tiene 32 piezas dentales. 4 son para morder y desgarrar (caninos). 8 en la parte delantera para cortar y trocear (incisivos). 20 a modo de molinillos, aptos para aplastar y moler alimentos tales como granos, hortalizas y frutas.
La longitud de nuestro sistema digestivo se aproxima más a los animales herbívoros que a los carnívoros. Los alimentos de origen animal se pudren más rápidamente que los de origen vegetal, produciéndose sustancias potencialmente tóxicas a medida que van descomponiéndose.
Por otra parte, la longitud de nuestro apéndice es mucho menos que la de los herbívoros, lo que indica que nuestro diseño no es demasiado compatible con el crudivorismo.
Nuestra saliva, además, es ligeramente alcalina y contiene amilasas, enzimas que ayudan a digerir los hidratos de carbono complejos, presentes casi exclusivamente en el mundo vegetal. Sin embargo, la saliva de los carnívoros es ligeramente ácida y no contienen amilasas.
Estamos físicamente capacitados para comer de todo sin repercusiones inmediatas, pero nos conviene una dieta más vegetariana que carnívora, rica en hidratos de carbono complejos y muy especialmente cereales y legumbres.
El equilibrio de nuestra fisiología depende de tres funciones:
- La alimentación
- El metabolismo
- La eliminación
Demasiados alimentos o demasiado pocos; alimentos inadecuados; un mal funcionamiento por disminución del metabolismo y una eliminación insuficiente, provocan las toxinas que son un estancamiento dentro del cuerpo de desechos que deberían haber sido evacuados.
Tres Aspectos del Hombre
Cuando nos duele algo vamos al doctor. Cuando nuestra mente está confusa vamos al psiquiatra y cuando somos unos inadaptados vamos al psicólogo. Aunque podamos partir al hombre en tres partes, en realidad es una unidad que fragmentamos para poder analizarlo mejor, pero nuestros tres aspectos, físico, emotivo y mental, son inseparables y están íntimamente relacionados.
El cerebro depende del resto del cuerpo, las células que lo componen son nutridas por la sangre a partir de los alimentos que ingerimos, no sólo de lo que comemos, también de lo que bebemos y, sobre todo, de cómo respiramos.
En nuestro cerebro existen tres partes bien definidas que de abajo hacia arriba son: El tallo encefálico que regula las funciones vitales básicas (respiración, metabolismo y reacciones y movimientos automáticos (latidos del corazón).
El sistema límbico (tálamo) que regula las emociones y el cortex y el neocortex que nos proporcionan la capacidad de memorizar y pensar respectivamente.
Los estímulos o sensaciones emotivas llegan directamente al tálamo, el cual envía una señal a la amígdala (pequeña estructura interna del cerebro que es crucial para la formación de los recuerdos sobre experiencias emocionales significativas); y la amígdala elabora las respuestas de acuerdo con experiencias anteriores similares al estímulo emocional recibido. Por ejemplo, una sensación de miedo es percibida por el tálamo, se envía al neocortex para hacerlo consciente, de allí pasa a la amígdala, que dirá si es grave o no, cómo actuar y ordenará a las suprarrenales segregar más o menos cantidad de adrenalina.
La secreción de adrenalina dependerá del estímulo recibido y de la funcionalidad de las suprarrenales. Si las suprarrenales son muy sensibles, al menor estímulo se disparan y pueden llegar a producir una taquicardia por cualquier insignificancia. A veces, las neuronas del tálamo (que también son nutridas por la sangre como las demás células) están muy activas y dan una respuesta automática sin pasar por el neocortex. Son los llamados secuestros emocionales, también llamados arrebatos.
Las personas más equilibradas son aquellas cuya vida es la adecuada a sus características físicas, emotivas y mentales.
Si están interesados en practicar el arte del equilibrio, tienen que comenzar por conocerse a ustedes mismos y a su entorno, para satisfacer sus necesidades físicas, emotivas y mentales. Más adelante se irán ofreciendo herramientas, o claves, de cómo conseguir el equilibrio a través de la alimentación.
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