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domingo, 26 de julio de 2009

El Karma o la Causalidad

Toda acción engendra una fuerza de energía que vuelve a nosotros en igual cantidad. Lo que sembramos es lo que cosechamos. Cuando optamos por realizar actos que llevan la felicidad y el éxito de los demás, el fruto de nuestro karma es la felicidad y el éxito.
El karma es la afirmación eterna de la libertad humana. Nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras obras son los hilos de la red con la que nos envolvemos a nosotros mismos. El karma es a la vez acción y las consecuencias de esa acción; es causa y efecto, simultáneamente, pues toda acción engendra una fuerza de energía que vuelve a nosotros en igual cantidad. El karma no tiene nada de insólito, todos hemos oído decir que "lo que sembramos es lo que recogemos". Evidentemente, si queremos crear la felicidad en nuestras vidas, debemos aprender a sembrar las semillas de la felicidad. Por lo tanto el karma implica el acto de tomar decisiones conscientes.

Todos estamos constantemente tomando decisiones, esencialmente. En cada uno de los momentos de nuestra existencia tenemos acceso a una infinidad de posibilidades de decisión.
Algunas de estas decisiones las tomamos conscientemente, mientras que otras se toman inconscientemente. Por lo tanto la mejor manera de comprender y mejorar el karma en nuestras vidas es volvernos conscientes de las decisiones que tomamos en cada momento.

Nos guste o no, todo lo que nos está ocurriendo en este momento es consecuencia de las decisiones que hemos tomado en el pasado.
Por desgracia muchos de nosotros tomamos esas decisiones de forma inconsciente, y por eso no nos damos cuenta de que son decisiones, pero en realidad lo son.
Vamos a dar un ejemplo. Si alguien te insulta lo más probable es que tomes la decisión de ofenderte. Si por el contrario, alguien te dice unas palabras amables lo más seguro es que tomes la decisión de sentirte halagado o encantado.
Sin embargo te pueden ofender y tú puedes tomar la decisión de no ofenderte, también te pueden halagar y puedes tomar la decisión de no sentirte halagado.
Si lo piensas, te darás cuenta que siempre se trata de una decisión.

La mayoría de nosotros, además de estar tomando decisiones continuamente, reaccionamos constantemente, condicionados por las personas y las circunstancias; como consecuencia de los condicionamientos, tenemos respuestas repetitivas y previsibles ante los estímulos de nuestro entorno. Parece que nuestras reacciones son desencadenadas automáticamente por las personas y por las circunstancias, y nos olvidamos de que no dejan de ser decisiones que estamos tomando en cada momento de nuestra existencia. Sencillamente estamos tomando estas decisiones inconscientemente.


Dedica un momento a contemplar las decisiones que estás tomando en este mismo instante.
Sólo por este simple acto de observación estás llevando a cabo todo el proceso de la toma de decisiones, del inconsciente al consciente.
Este procedimiento de la toma consciente de decisiones y de la observación es realmente poderoso. Piensa por un momento en el ejemplo anterior y toma una decisión o varias y pregúntate lo siguiente: en primer lugar. "¿Cuáles son las consecuencias de ésta decisión que estoy tomando?”
Tú sabes inmediatamente y sin esfuerzo cuáles son las consecuencias.

En segundo lugar: "¿Me aportará felicidad a mí y a los que me rodean esta decisión que estoy tomando ahora?"
Si la respuesta es afirmativa, sigue adelante con la decisión. Si es negativa, si esa decisión lleva aflicción a ti o a los que te rodean, entonces no tomes la decisión. Es así de sencillo.
Entre el número infinito de decisiones que puedes tomar a cada segundo, ante las personas y circunstancias que rodean tu vida, sólo hay una opción que nos genera felicidad a nosotros mismos y a los que nos rodean; y cuando elegimos esa opción, la consecuencia es una forma de conducta que llamamos "acción correcta espontánea".

La acción correcta espontánea es la acción correcta en el momento correcto. Es la respuesta correcta ante cada situación en el momento de producirse.
El universo posee un mecanismo muy interesante para ayudarnos a corregir espontáneamente nuestras decisiones. Es un mecanismo relacionado con las sensaciones de nuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo experimenta dos tipos de sensaciones: unas son sensaciones de bienestar y otras son sensaciones de malestar.
En el momento de tomar conscientemente una decisión, presta atención a tu cuerpo y pregúntale: "¿qué pasa si tomo ésta decisión?"
Si tu cuerpo te manda un mensaje de bienestar, entonces esa decisión es la correcta. Si por el contrario la sensación que te envía es de malestar, entonces no es la decisión apropiada.

Algunas personas reciben el mensaje de bienestar y de malestar en la región del plexo solar, pero la mayoría lo reciben en el corazón. Dirige tu atención conscientemente sobre tu corazón y pregúntale lo que debes hacer, a continuación espera la respuesta, una respuesta física en forma de sensaciones. Quizá sea una sensación extremadamente tenue, pero ahí estará, en tu cuerpo.
Sólo el corazón conoce la respuesta correcta. Muchas veces la gente piensa que el corazón es blando y sentimental. Pero no lo es. El corazón es intuitivo, holístico, contextual, relacional. No está orientado a ganar o a perder. Algunas veces parece que no es racional, pero el corazón tiene una capacidad de cálculo mucho más precisa y exacta que cualquier otra cosa que se encuentre dentro de los límites del pensamiento racional.

Podemos aprovechar el karma para que nos ocurran todo tipo de cosas buenas o que deseamos; pero antes debemos ser conscientes de que nuestro futuro se engendra a partir de las decisiones que estamos tomando en cada momento de nuestra vida.
Si somos conscientes de ello, entonces estaremos aprovechando al máximo la oportunidad que nos ofrece el karma.

Y, ¿qué hay del karma pasado y del modo en que nos está influyendo ahora mismo? Con el karma pasado podemos hacer tres cosas.
Primero: pagar nuestras deudas kármicas. La mayoría de la gente opta por hacer esto; de manera inconsciente, por supuesto. Quizá sea una decisión que tú hayas tomado. A veces el pago de estas deudas trae aparejado mucho sufrimiento, sin embargo en el Universo no hay ninguna deuda que no se pague. Existe un sistema perfecto de contabilidad, todo es un intercambio constante, un "toma y daca" de energía.

Segundo: transmutar o transformar nuestro karma convirtiéndolo en una experiencia más deseable. Se trata de un proceso muy interesante que consiste en preguntarse: "¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Cómo puedo convertir ésta experiencia en útil para los demás?" Al hacer esto, buscamos en primer lugar la semilla de la oportunidad y después la asociamos con nuestro propósito en la vida. Esto nos permite transmutar nuestro karma dándole una nueva expresión. De esta manera mientras pagamos nuestras deudas kármicas, convertimos la adversidad en un beneficio que puede aportarnos riqueza y realización personal.

El tercer modo es trascender el karma. Trascender el karma es hacerse independiente del mismo. El modo de trascender el karma es entrar una y otra vez en el vacío, el Espíritu. Es como lavar un paño sucio en un arroyo. Cada vez que lo lavamos quitamos algunas manchas. Lo lavamos una y otra vez y cada vez queda más limpio. Lavamos o transcendemos las semillas de nuestro karma entrando en el vacío y volviendo a salir.

Todos los actos son episodios kármicos. Tomarse un café es un episodio kármico. Dicho acto engendra un recuerdo en la memoria, y la memoria tiene la capacidad o la potencialidad de engendrar deseo. Y el deseo vuelve a engendrar actos.

Nuestra alma es un paquete de consciencia que tiene las semillas del karma, de la memoria y del deseo. Volviéndonos conscientes de estas semillas de la manifestación, nos hacemos generadores conscientes de la realidad. Convirtiéndonos en tomadores de decisiones conscientes, empezamos a engendrar actos que son evolutivos para nosotros y para los que nos rodean.
Mientras el karma sea evolutivo -tanto para el yo como para lo que afecta al yo- los frutos del karma serán la felicidad y el éxito.

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