En el proceso de configuración de un cuerpo físico está empleada toda la energía de la Inteligencia que se concentra en un punto determinado (espacio) durante un periodo concreto (tiempo). A partir de aquí surge el olvido del Ser, al estar toda la energía siendo empleada para experimentar, en un nuevo estado producido por la conciencia de tener un cuerpo y estar en una ilusión de existencia lineal y temporal. El olvido de la identidad del Ser, al darse cuenta de ser algo aparte y separado de todo en un cuerpo físico, convierte su existencia en una huída hacia adelante en un intento de escapar hacia lo “perdido”.
Al identificarnos con el cuerpo, no podemos creer sino que hemos tenido un comienzo (nacimiento) e inevitablemente tendremos un final (muerte). Todo esto nos lleva a experimentar un proceso de inconsciencia o sueño que nos hace creer que hay algo malo en nosotros o que nos falta algo y nos vemos a nosotros mismos carentes de sentido y sin significado.
Hemos iniciado un camino… Limpiando los vínculos con cualquier atadura, cualquier enganche, cualquier adicción, podríamos reclamar nuestra libertad ahora de las cadenas que nos mantienen prisioneros en una envoltura de carne y huesos, haciendo así el propósito divino para el cual fue concebido el cuerpo.
El cuerpo físico es sagrado. Toda la esencia más sublime y pura de la Creación se encuentra concentrada en él. El propósito no es prepararse para el desecho de un cuerpo físico tras otro, según algunas tendencias. El verdadero propósito consiste en devolverle la Luminosidad con la que fue concebido, mientras nuestra conciencia es parte activa de todo el proceso, realizando los actos que le son requeridos y dictados por el propio Espíritu.
La armonía del cuerpo, y todo “su” mundo, con los propósitos para los cuales fue concebido, implica de dos actos en el comienzo: 1. Darse cuenta y 2. Observación.
1. Darse cuenta implica el conocimiento de Ser algo más que un cuerpo. Esta idea, ya que al principio se presenta como tal, cobra sentido al ser conscientes de nuestro cuerpo, al percibir el propio cuerpo.
Si yo puedo percibir mi cuerpo, significa que no soy solamente un cuerpo, sino que soy algo más “viviendo” en mí que percibe mi propio cuerpo y que, naturalmente, soy yo mismo.
Este darse cuenta fundamental nos conduce a un estado de conciencia más allá del umbral del cuerpo físico, que permite ver la vida como observador de la mente que experimenta con un cuerpo físico. Este es el estado 2. Observación del experimentador (la mente); que nos acerca a una nueva experiencia conocida aunque olvidada.
Venimos de un Poder, indescriptible en palabras, y que ha convocado desde las más altas esferas, tu destino en esta Sagrada Tierra, tu Madre.
La creencia de ser lo que somos y hacemos en nuestras vidas, es una especie de ensoñación.
Ahora lo que reconocemos son las formas y desde las formas es donde se inicia el viaje, con el maravilloso vehículo que es el cuerpo físico, lleno de salud, energía y vitalidad. Esta es una ardua tarea de lucha incesante con uno mismo y los elementos desgastantes que estamos alimentando constantemente con deseos equivocados.
Los sueños impecables están compuestos de honestidad, ya que la lucha es siempre con uno mismo. Cualquier lucha o batalla que afrontemos sin este principio no es merecedora de ser tenida en cuenta como digna de ser enfrentada.
Debido a que partimos de un sueño (el nacimiento), el intento es despertar en el sueño. Despertar en el sueño significa saber a ciencia cierta que estás soñando y aún así puedes interactuar en ese medio. Esto nos llevaría automáticamente a disolver el sueño, quedando ante nosotros la realidad.
En nuestro sueño de ser un cuerpo, hemos olvidado que debe haber algo más que nos dice que somos un cuerpo. Ese “algo más” es la Conciencia de Ser.
Cuando empezamos a darnos cuenta de que somos más que un cuerpo, toda la conciencia se expande, explorando nuevos horizontes de percepción.
La conciencia, a través de la mente, se descubre a sí misma y se manifiesta en todo su poder creativo experimentando con todo aquello que puede llegar a percibir. Pero, la mente no es autónoma. Lo que le da el Poder a la mente es la misma Fuente Creadora. La mente utiliza ese Poder manifestando mundos semejantes a los que conoce y a los que trata de dar forma. Eso lleva a la mente a perder su identidad, ya que su identidad es sin forma. Para dar forma utiliza una forma (el cuerpo), mediante el cual experimenta el mundo de formas que se le presenta delante. La mente ama al cuerpo. Tratar de ampliar los límites de la percepción es un auténtico desafío.
Un principio fundamental a tener presente es el hecho de no-identificación con el cuerpo. La no-identificación con el cuerpo implica ir soltando las barreras y los límites que tenemos para tratar de defenderlo. El cuerpo es neutro y está dirigido por la mente. El cuerpo siempre manifiesta las creencias fundamentales de la personalidad, lo que crees ser, tu identidad.
Ahora que sabemos esto, sería el momento de dejar de preocuparnos por el cuerpo y su destino, para enfocar nuestra atención donde realmente está ocurriendo todo: la conciencia de la mente.
El primer paso en este proceso sería aquietar la mente.
La mente se encuentra absorta ante el mundo de posibilidades desplegado ante ella y por toda la experiencia percibida a través de los sentidos del cuerpo, a los cuales les ha dado el mismo poder que ella misma tiene: fabricar formas que inevitablemente pasarán.
Ahora bien, la conciencia nunca encuentra la felicidad con los “objetos” que fabrica, por tanto sigue construyendo más en un afán de encontrar la felicidad anhelada. Este es el sueño de la conciencia que ha olvidado quién es.
Mediante el acto de “darse cuenta”, conseguimos entrar en los dominios de la conciencia, los cuales son nuestros propios dominios, y alinearlos con la verdad.
El manejo de la percepción ocurre de forma natural y espontánea cuando se comprende que somos sin forma. La conciencia perdurará sólo en el contexto de identificación con la Fuente Creadora, hasta conseguir abarcar la totalidad que es su destino alcanzar.
La conciencia tiene que despertar de su sueño. El sueño es creer que todo empieza y acaba aquí, que no hay salida. Si tú crees eso, manifestarás eso. Ese es el poder de la mente que crea sólo con el deseo, al igual que la Fuente Creadora.
Este mundo es tan real o tan falso como tu conciencia quiere que sea. Y esto ocurre con cualquier cosa que se manifieste en tu mundo. Según sea el valor que tú le des a algo, te afectará de una manera u otra. En esto no hay diferencias.
Un cambio en la percepción ocurre cuando consideras todo como acontecimientos que se experimentan jugando, porque dentro del contexto del juego, la mente permite cometer errores o no hacerlo “bien”. Esta forma de percepción nos da la oportunidad de intentar de nuevo, como cuando éramos niños y nos caíamos continuamente en nuestro intento de echar a andar para caminar erguidos.
Lo que creemos ser, como un cuerpo físico, es la aparición de la conciencia en un conjunto alineado de energía que configura un campo energético específico.
ResponderEliminarasi es, y por ese motivo, puede ser moldeado, cuando se tiene la energía necesaria.
ResponderEliminarGracias Sofia