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martes, 9 de enero de 2024

Ángel Caído en Madrid

El monumento del Ángel Caído se encuentra en el parque del Retiro de Madrid, sobre el solar que ocupaba la fábrica de Porcelanas de la China, destruida durante la Guerra de la Independencia en 1813. Es obra de Ricardo Bellver (escultura principal) y Francisco Jareño (pedestal).

En 1877, Ricardo Bellver realizó en yeso la obra llamada El Ángel Caído. Al año siguiente ganó con ella, por cinco votos contra dos, la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid. El catálogo de dicha exposición menciona unos versos de El paraíso perdido, de John Milton, en los que está inspirada la escultura, entresacados de la tercera y cuarta estrofas del Canto I:
“Por su orgullo cae arrojado del cielo con toda su hueste de ángeles rebeldes para no volver a él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija en el empíreo, reflejándose en ellas el dolor más hondo, la consternación más grande, la soberbia más funesta y el odio más obstinado”. (Canto I de El paraíso perdido, de Milton).

La obra fue adquirida por el Estado por 4500 pesetas, según la tasación previamente efectuada por el Jurado de la Exposición, y se decidió enviarla a París, con motivo de la Exposición Universal de 1878. Dado que en ella solo se admitían esculturas de mármol o bronce, se iniciaron los trámites para realizar la fundición en dicho metal. Bellver sugirió hacerla en Roma, pero finalmente se llevó a cabo en París, por la casa Thiebaut-Fils.

El Ángel Caído pasó luego a formar parte de la colección del Museo Nacional. En octubre de 1879 su director, Benito Soriano Murillo, sugirió a la Dirección General de Instrucción Pública exponer la obra al aire libre:
“(...) la estatua del Ángel Caído, por lo atrevido de su composición, por su original actitud y también por la materia en que ha sido fundida, tal vez no produzca todo el efecto apetecido, encerrada cual está en los estrechos límites de una sala, mientras que colocada en un sitio público, al aire libre con más espacio y horizonte, luciría ventajosamente el mérito de tan bella creación, sirviendo al mismo tiempo de ornato e iniciando de este modo al público en la contemplación de los buenos modelos del arte plástico que tan poderosamente contribuye a su cultura”.

La petición fue aceptada y la escultura se traspasó como regalo al Ayuntamiento de Madrid para su instalación en un lugar público de la capital. El sitio elegido fue un espacio libre en los Jardines del Buen Retiro, ocupado anteriormente por la antigua Fábrica de Porcelanas de la China.
En mayo de 1880, Francisco Jareño, arquitecto responsable del Ministerio de Fomento, recibió el encargo de diseñar un pedestal sobre el que se apoyaría la obra de Bellver. Se ejecutó en granito, bronce y piedra, adoptando la estructura de una fuente con un amplio pilón. El conjunto fue inaugurado oficialmente en 1885.

El Ángel Caído se encuentra a una altitud topográfica exacta de 666 metros sobre el nivel del mar en Madrid. Esta coincidencia con el llamado Número de la Bestia, unida a la existencia de una falsa creencia popular moderna según la cual el monumento es una suerte de «homenaje» a Lucifer, al mal, o a lo herético, ha despertado la imaginación de muchos aficionados al esoterismo. Sin embargo, este hecho no es en absoluto raro en Madrid, pues la altura media de la capital española es de 666 metros sobre la mencionada referencia.

Muchas personas creen que este es el único monumento en el mundo alusivo al Ángel Caído, pero esto no es así, pues en la ciudad de Turín (Italia) existe una escultura de Lucifer en la cima del Monumento al Traforo del Frejus, en Tandapi (Quito, Ecuador) la obra titulada El poder brutal representa la cara del Diablo y está también la Estatua del Ángel Rebelde en el Capitolio Nacional de La Habana (Cuba).

domingo, 31 de diciembre de 2023

Uvas de la Suerte


Las doce uvas de la suerte es una tradición española que consiste en comerse doce uvas la medianoche del 31 de diciembre para dar la bienvenida al Año Nuevo.

Las doce uvas datan de al menos 1895, pero se establecieron en 1909. Según una teoría, en diciembre de dicho año, algunos viticultores alicantinos popularizaron esta costumbre para vender mejor gran cantidad de uvas de una excelente cosecha. Según la tradición, comer las doce uvas conduce a un año de buena suerte y prosperidad y en la actualidad se ha convertido en una tradición cultural muy arraigada para dar la bienvenida al año nuevo. Hay dos lugares principales donde la gente se reúne para comer las uvas: en casa con la familia después de la cena de Nochevieja o en las principales plazas del país.

Sin embargo, los periódicos de 1882 ya recogen menciones de esta tradición, por lo que es probable que el excedente de uvas de 1909 solo fuera un empujón más a una tradición que ya se gestaba. Esto nos lleva a la otra teoría, que afirma que todo comenzó en 1882, época en la que la clase burguesa solía beber champán y comer uvas durante la cena de Nochevieja. Un grupo de madrileños decidieron ironizar esta tradición acudiendo a la Puerta del Sol para comer uvas acompañados del sonido de las campanadas. Esta acción de revuelta por la distinción de clases de cara a la Navidad llevó a los chulapos a reunirse para comer uvas, como burla de la costumbre aristócrata.

Entre los archivos de hemeroteca, el 2 de enero de 1894, El Siglo Futuro incluyó un artículo titulado "Las uvas bienhechoras", donde hablaba de esta costumbre. El mismo día, en El Correo Militar se podía leer: "La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio a infinidad de familias, y todos a coro gritaron: ¡Un año más!".

Según las publicaciones de entonces, la tradición provocó tanto interés que, ya en 1903, las uvas también se comían en Tenerife, según el diario local, y poco a poco se fue ampliando al resto de España. La prensa de 1907 se quejó de que comer uvas se hubiera arraigado tanto en la sociedad cuando la clase más baja la se burlaba de ello los primeros años.

Pero, ¿Por qué uvas?. La uva es un fruto que tradicionalmente se ha asociado a la buena suerte y a la positividad o la espiritualidad, por lo que colocar 12 uvas para comer a la entrada del año era un símbolo de buena suerte en la nueva entrada de año. Además, se trataba de una fruta barata de la que a menudo había excedente en los cultivos.

Fuentes:
«Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España»
Historia National Geographic

viernes, 24 de abril de 2015

Actitud de Renuncia

Ésta es la historia de dos sadhus.
Uno de ellos había sido enormemente rico y, aun después de haber cortado con sus lazos familiares y sociales y renunciar a sus negocios, su familia cuidaba de él y disponía de varios criados para que le atendieran.
El otro sadhu era muy pobre, vivía de la caridad pública y sólo era dueño de una escudilla y una piel de antílope sobre la que meditar.

Con frecuencia, el sadhu pobre se jactaba de su pobreza y criticaba y ridiculizaba al sadhu rico. Solía hacer el siguiente comentario: “Se ve que era demasiado viejo para seguir con los negocios de la familia y entonces se ha hecho renunciante, pero sin renunciar a todos sus lujos”.
El sadhu pobre no perdía ocasión para importunar al sadhu rico y mofarse de él. Se le acercaba y le decía: “Mi renuncia sí que es valiosa y no la tuya, que en realidad no representa renuncia de ningún tipo, porque sigues llevando una vida cómoda y fácil”.

Un día, de repente, el sadhu rico, cuando el sadhu pobre le habló así, dijo tajantemente:
- Ahora mismo, tú y yo nos vamos de peregrinación a las fuentes del Ganges, como dos sadhus errantes.
El sadhu pobre se sorprendió, pero, a fin de poder mantener su imagen, tuvo que acceder a hacer una peregrinación que en verdad le apetecía muy poco.

Ambos sadhus se pusieron en marcha. Unos momentos después, súbitamente, el sadhu pobre se detuvo y, alarmado, exclamó:
- ¡Dios mío!, tengo que regresar rápidamente.
En su rostro se reflejaba la ansiedad.

- ¿Por qué? -preguntó el sadhu rico.
- Porque he olvidado traer mi escudilla y mi piel de antílope.

Entonces el sadhu rico le dijo:
- Te has burlado durante mucho tiempo de mis bienes materiales y ahora resulta que tú dependes mucho más de tu escudilla y tu piel que yo de todas mis posesiones.

Moraleja: El secreto está en no ser poseído por lo que se posee.

sábado, 13 de abril de 2013

Carta de una Mujer Indígena

Soy una mujer indígena, hija de la tierra y el sol, pertenezco a una raza con una cultura milenaria que hoy conservo como un tesoro…Convivo con lo que me rodea, con la lluvia, el viento, la montaña, el cielo… Soy feliz en estas soledades… tengo tiempo para contar las estrellas, tiempo para poner mis sueños al día, para danzar con los pájaros sintiendo el aire fresco del amanecer y hablar en silencio con los animales, con las plantas, con los espíritus…
Sé sembrar con la Luna los frutos del alimento, teñir la lana para hacer el tejido, hacer medicina como me enseñó mi abuela, cantar al nuevo día.

Sé amasar sencillamente con fidelidad y con ternura… Soy mujer indígena, mujer como la Madre tierra, fértil, callada, protectora y fuerte.
Yo no sé de economía, ni de bancos, ni de política ni subvenciones. Pero si sé cuándo mi mundo está en peligro y sé cuándo las cosas son buenas o no.
No entiendo de muchas cosas, a la gente del gobierno que vienen con muchas promesas, palabras de aire cuando hay elecciones y después nada, a los que vienen a querer cambiar mi mundo, mis vestidos, mi espiritualidad… los que roban, los que experimentan con mis hijos, o les sacan sus órganos para los ricos, los que mienten, los que me sacan las tierras, los que me explotan, los que intercambian mi arte y mis tejidos por comida o alcohol y me pagan una miseria por el trabajo de meses para venderlos en las ciudades lejanas de Europa.

No entiendo a los que se hacen mis amigos para sacarme conocimientos, los que vienen con grandes máquinas para talar el bosque, los que agujerean la tierra para sacarle su sangre, los que esconden en la comunidad basura en bidones para contaminarnos, los que nos ponen vacunas, los que experimentan con mi sangre, los que tienen buena fe y creen que vienen a ayudarme a integrarme poniéndome cables de luz y trayendo la “caja boba” para confundirme, los que me ponen zapatos, los que quieren cambiar mis costumbres ancestrales, los que me miran como un bicho raro y me sacan fotos, los que quieren que baile por dinero, los que vienen con muchas palabras bonitas a hacer iglesias en nuestros lugares sagrados, los que intentan esclavizarme con dependencias ajenas a mi cultura, los que entran armados en nuestras tierras para echarnos, a los extranjeros que vienen de vacaciones de guerrilla a enfrentarme con los militares y luego se van protegidos a sus lejanas tierras… a veces las cosas se ponen peor para nuestra gente, nos apresan, nos matan…

Tampoco entiendo a los que me desprecian, los que me ignoran, los que no les importo nada y me roban todo, hasta mi dignidad… Soy mujer indígena y sé lo que quiero… cambiar cosas, esas cosas que duelen dentro y se van agrandando como la impotencia, el desamparo, la destrucción, las palabras incumplidas, el desamor y ese sentimiento de estar siendo violada constantemente.
Quiero gritar ¡Déjenme en paz!… Quiero seguir viviendo así simplemente, con la tierra y mi gente, la que ríe, la que crea, la que vibra la vida así como es, sin alterar las cosas, la que comparte, la que acaricia, la que no tiene prisa y ama sin esperar nada, la que no se aburre…

Quiero que me respeten, soy mujer de la tierra, fuerte como el árbol que resiste al viento como el junco en la corriente, firme como la montaña más alta, frágil como el colibrí y dulce como los atardeceres.
Soy mujer indígena, hija de la tierra y el sol, y aunque no entienda muchas cosas, sé lo que quiero, tengo esperanza y sé que las cosas van a cambiar.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Locura Divina

Creo que yo mismo me causé la enfermedad. En mi intento de penetrar en el otro mundo, encontré a sus guardianes, la encarnación de mi propia debilidad y de mis faltas. Al principio pensé que estos demonios eran habitantes inferiores del otro mundo, que podían jugar conmigo como una pelota, porque fui a estas regiones sin preparación y me perdí. Después pensé que eran partes desgajadas de mi propia mente (pasiones), que existían cerca de mí en su propio espacio y medraban a costa de mis sentimientos. Creía que todo el mundo también las tenía, pero que no las percibían, gracias al engaño protector y eficaz de la existencia personal. Pensaba que éste era un artificio de la memoria, de los complejos imaginados... un muñeco agradable de mirar desde fuera, pero con nada real en su interior.

En mi caso, mi ser personal se ha desarrollado con poros a causa de mi conciencia confusa. Con ella quería acercarme a las fuentes superiores de la vida. Me debería haber preparado para esto durante un largo periodo de tiempo, invocando dentro de mí un yo superior e impersonal, ya que el "néctar" no está hecho para los labios mortales. Éste actuó de manera destructiva sobre el yo humano-animal y lo dividió en pedazos. Desintegrados éstos poco a poco, el muñeco quedó realmente roto y el cuerpo dañado. Yo había forzado inoportunamente la "fuente de la vida", y la maldición de los dioses recayó sobre mí. Reconocí demasiado tarde que habían intervenido elementos tenebrosos. Tuve conocimiento de ellos cuando ya tenían demasiado poder. No había vuelta atrás posible. En ese momento había conseguido el mundo de los espíritus que quería conocer. Los demonios surgieron del abismo, como el guardián del Cerbero, negando el acceso a los no autorizados. Entonces decidí emprender una lucha a vida o muerte. En última instancia, esto significaba para mí la decisión de morir, puesto que había dejado de lado todo lo que sostenía al enemigo, pero que era también todo lo que sostenía la vida. Yo quería entrar en la muerte sin volverme loco y le planteé a la Esfinge: ¡o entras tú o entro yo en el abismo!

Entonces hizo aparición la claridad. Mediante el no-hacer penetré en la verdadera naturaleza de los que me seducían. Eran alcahuetes e impostores de mí "querido" yo personal que carecían totalmente de realidad. Y emergió un yo más amplio e inclusivo que me permitió abandonar mi anterior personalidad con todo lo que le rodeaba.
Vi, entonces, que con esa personalidad anterior nunca hubiera podido entrar en los reinos de la trascendencia. Como consecuencia, sentí un terrible dolor, como un golpe aniquilador, pero fui rescatado, y los demonios se fueron consumiendo, se desvanecieron y perecieron. Comenzó para mí una nueva vida y desde entonces me sentí diferente a como me había sentido durante toda mi vida. Un yo que estaba hecho de mentiras convencionales, imposturas, autoengaños, imágenes de recuerdos, un yo exactamente como el que había dirigido toda mi vida anterior creció de nuevo en mí, pero detrás y por encima de él se mantenía un yo más grande y englobante, que me imprimió con algo eterno, inmutable, inmortal, e inviolable, y que, desde entonces, ha sido mi protector y mi refugio. Creo que es bueno que muchas personas se familiaricen con este yo superior y que existan personas que han alcanzado de hecho esta meta por caminos menos dolorosos.

jueves, 11 de junio de 2009

El Arte del Acecho I

El "Arte del Acecho" consiste en acecharlo todo, empezando por uno mismo. Un "acechador" impecable lo convierte todo en presa, y en su intento hace posible acechar sus propias debilidades.
Para "acechar" las propias debilidades, descifras tus costumbres hasta conocer todas las consecuencias de tu debilidad y te abalanzas sobre ellas para desecharlas una por una de tu hacer cotidiano.

Todo hábito es en esencia un "hacer"; y un "hacer" requiere todas sus partes para funcionar. Si una de ellas falta, el "hacer" resulta imposible. Una costumbre requiere todas sus acciones componentes para constituir una actividad vital.

A los seres humanos les encanta que se les diga lo que deben hacer, pero les gusta mucho más resistirse a hacerlo, de modo que llegan a aborrecer a quien les ha aconsejado.

"Acechar" las propias debilidades no implica estrictamente el deshacerse de ellas. Puedes estar "acechándolas" toda tu vida sin que pase nada. Por eso no se puede precisar lo que se debe hacer. En realidad, lo que un guerrero necesita para ser un acechador impecable es tener un propósito.

Los cambios sufridos por un guerrero son excesivamente drásticos y definitivos.
La forma humana se alimenta de sentimientos como la tristeza, la ira, la debilidad.

Es necesario abandonar la forma humana. Esto no es crueldad. Sencillamente es no identificarse con los sentimientos humanos. Esto es aceptar tu destino como guerrero. Todo es igual, sólo existe el propósito.

Cuando un guerrero acepta su destino se enfrenta, a lo que sea, sin miedo y sin odio. Al final triunfa el mejor, quedándose con todo; y si fracasa debe sentirse feliz y desear su bien. Sólo un guerrero puede sentir este tipo de felicidad. Un guerrero no puede abandonarse a sus sentimientos. Debe aceptar su destino.