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jueves, 25 de agosto de 2016

Cinco Principios de la Vida Ordenada


Existe un esquema de acontecimientos que sirve para guiar al hombre por la senda de la evolución, pero que se está rompiendo continuamente debido a nuestra locura egoísta e "impropias condiciones de existencia".

Para comprender lo que se pide de nosotros, no solo debemos conocernos a nosotros mismos, sino también hemos de conocer las "Leyes de la Creación y de la Conservación del Mundo".
En este sentido, todo ser humano debería esforzarse por contemplar en su vida los "Cinco Principios de la Vida Ordenada".

1. Tener en su existencia ordinaria todo lo satisfactorio y verdaderamente necesario para el cuerpo planetario.

2. Tener una necesidad constante de la perfección propia como ser.

3. Conocer cada vez más cosas relacionadas con las leyes de la Creación del mundo y su conservación.

4. Pagar la deuda contraída por el ser y la individualidad lo antes posible, para después ser libres y mitigar en todo lo posible la afición de nuestro Padre Común.

5. Ayudar siempre para que los demás seres alcancen la perfección lo antes posible, hasta el grado de individualidad propia.

sábado, 1 de noviembre de 2014

El Proposito Espiritual de la Enfermedad

Ser médico del cuerpo o del alma significa habitar los pasajes fronterizos entre la vida cotidiana y el más allá. Una enfermedad mortal concluye una fase de la vida, cuando no la vida misma. El médico del cuerpo o del alma es testigo y partícipe del desenlace.
El impacto de una enfermedad mortal es semejante al de una piedra al caer en la superficie remansada de un lago, la conmoción se proyecta en anillos concéntricos conforme las emociones, los pensamientos y las reacciones irradian desde ese centro. Afecta a las relaciones entre personas, conmueve profundamente a los demás, implica potencialmente al paciente y a cuantos se ven afectados en lo más profundo de sí mismo, en el alma. Cuando el cuerpo o la mente padecen o caen presa de la enfermedad, afloran preguntas espirituales acerca del sentido de la vida. La curación y recuperación puede depender tanto o más de una profundización de las relaciones y de la implicación con la propia vida espiritual que de la pericia médica.

La enfermedad conmociona el alma. Perdemos la inocencia, nos sabemos vulnerables, dejamos de ser quienes éramos antes de este acontecimiento y nunca volveremos a nuestro estado anterior. Estamos en un territorio inexplorado y no hay vuelta atrás. La enfermedad es un acontecimiento profundamente espiritual, y sin embargo esta realidad se ignora y prácticamente no se aborda. En cambio, todo parece concentrarse en la parte del cuerpo que ha enfermado, ha sido herida, sufre una disfunción o permanece fuera de control.
Es estrés psicológico es un aspecto esencial de la prueba que ha de atravesar el alma. El modo en que percibimos lo que nos ocurre a nosotros o a un ser querido modela nuestros pensamientos mucho más que la información objetiva. Cuando algunas personas caen presa de la angustia del dolor, los impedimentos, la debilidad o las náuseas, esa experiencia desagradable no será sólo momentánea sino que la supondrán interminable, mientras que otras que afrontan los mismos síntomas los vivirán como parte de una etapa difícil que tendrá su fin. Si no se alivia el dolor, o la mente se ve asaltada por pensamientos negativos y obsesivos, hay poco espacio para ocuparse de asuntos espirituales.

Para atender al alma, la mente ha de aquietarse. Mostrar el aspecto espiritual de uno mismo perturba a aquellos que habitan en aguas más calmas. Las preguntas de naturaleza espiritual son aquellas que las personas adictas al trabajo, al alcohol o a actividades frívolas conjuran mediante sus adicciones. No se atreven a ahondar en esas dudas, tal como nosotros las expresamos.
Un amigo del alma es un santuario, alguien a quien podemos decir la verdad de lo que sentimos, sabemos o percibimos. Cuando expresamos algo de profundidad espiritual, los demás no pueden desdeñarlo. Minimizarlo, negarlo o tomárselo personalmente; lo que decimos ha se ser acogido, escuchado, aceptado y sostenido, como en una matriz que pueda desarrollar y traer enteramente a la conciencia cuanto nos importa y la imagen que tenemos de nosotros mismos.

El restablecimiento de la salud del alma y del cuerpo puede darse o no simultáneamente; puede advenir la curación y que el cuerpo no sobreviva. Después de todo, la vida es una situación Terminal. La cuestión es cómo y cuándo moriremos, no si hemos de morir. La enfermedad nos priva de nuestra vida y asuntos cotidianos y nos enfrenta a grandes interrogantes y a la oportunidad de acceder a un conocimiento espiritual que puede transformar la situación y a nosotros mismos. Las oraciones y los ritos que cumplimos ayudan a concentrarnos y acceder a energías espirituales.
En un nivel espiritual podemos advertir claramente lo que importa y reconocer la realidad de nuestra situación personal. Nos hacemos conscientes de que somos seres espirituales abocados a una senda humana antes que seres humanos que pueden seguir un camino espiritual. Reconocemos lo que es sagrado y eterno. Desde una perspectiva espiritual, una enfermedad, aun terminal, es un indicio, una etapa subliminal en la que nos encontramos entre el mundo cotidiano y el mundo invisible.

martes, 31 de diciembre de 2013

La Practica del Dominio del Tiempo

Para dominar el tiempo, tienes que abandonar la idea de que el efecto sigue a la causa, y entrar en la corriente de la intemporalidad.
En Occidente, se nos ha enseñado que el tiempo sólo fluye en una dirección, y que el futuro siempre está delante de nosotros y el pasado atrás. Éste es el tiempo monocrónico, que fluye de forma lineal, avanzando lentamente día a día. Pero el tiempo no sólo avanza como una flecha; también gira como una rueda. Por eso el tiempo no lineal, o tiempo policrónico, es considerado sagrado. Aquí el futuro se filtra en el presente para convocarnos, y podemos cambiar acontecimientos que ya han sucedido.

El principio operativo más importante del tiempo lineal es la causalidad, o causa y efecto, que constituye la base de la ciencia moderna: esto ocurre, por lo tanto aquello ocurre. La causalidad quiere decir que el pasado siempre está moldeando el presente.
Creemos que nuestra vida es un desastre porque nuestros padres no nos quisieron lo suficiente cuando éramos niños o porque descendemos de una larga línea de inadaptados. Pero cuando nuestra percepción del tiempo es circular, el principio operativo más importante es la sincronicidad o la producción fortuita de los acontecimientos. Lo que llamamos coincidencia o suerte es un principio operativo tan importante como la causalidad.

El hecho fortuito de los acontecimientos, como cuando dos personas se encuentran accidentalmente, es tan significativo como su causa (por qué esas dos personas se hallaban en el mismo lugar a la misma hora). La sincronicidad está más interesada en el propósito y el significado de un acontecimiento que en su causa.
Por lo tanto, si el tiempo fluye realmente en más de una dirección, el futuro puede atraernos hacia sí de la misma forma que el pasado nos empuja hacia delante. El motivo por el cual no lo hace así es porque percibimos el tiempo de manera lineal. La causa de un acontecimiento presente puede de hecho estar en el futuro. En otras palabras, en los días en que te toquen todos los semáforos en rojo cuando vayas camino al trabajo, no comiences a pensar que deberías haberte quedado en cama porque el universo está conspirando contra ti. Más bien, reconoce que estás operando en un tiempo sagrado y que el universo está conspirando a tu favor. Hace que el tren salga con tres minutos de retraso porque ése es el tren que debes tomar, o hace que te toquen todos los semáforos en rojo porque ése no es el tren que deberías tomar.
Si percibimos el tiempo de esta forma, no nos irritamos ni nos reprochamos: «¿Cómo he podido ser tan estúpido para perder este tren? ¿Por qué tengo tan mala suerte?». Nuestro nivel de estrés se reduce enormemente porque confiamos en que tanto la buena como la mala suerte forman parte de un gran plan.


Las Cuatro Revelaciones
Alberto Villoldo

miércoles, 4 de diciembre de 2013

La Vuelta a Casa

Cuando volvemos a conectar con esa parte de nosotros que tenemos olvidada, debido a los condicionamientos culturales y religiosos, y la socialización material y consumista de nuestras vidas, es cuando empieza nuestro viaje de “vuelta a casa”. Esa parte es el espíritu.
El Poder Creador del Universo proporciona caminos individuales de retorno, a cada ser humano en la Tierra. Esos caminos se despliegan ante nosotros según nuestra impecabilidad. Pero el hecho de que se nos muestren estos caminos especiales, no significa necesariamente que elijamos recorrerlos. De hecho, “vemos” a mucha gente que cierra los ojos ante su propio camino de vuelta a casa. En su ignorancia y estupidez, sencillamente lo pasan por alto.
Son personas que se han desconectado de su sentir más íntimo y, esa desconexión, les mantiene atrapados en una vida desdichada, sin sentido y vacía de su propio destino.
Se dice mucho de bienestar y de felicidad, aunque lo que no se dice es que la única manera de conseguir la felicidad y el bienestar es estando en contacto directo con la esencia que nos sustenta; luchando ferozmente por conservar nuestra energía, sin desgastarla en pensamientos inútiles y hábitos de comportamiento degradantes, para que el impulso de nuestros esfuerzos nos lleve por el incomprensible camino del conocimiento y la libertad.
Concentrar la energía es un acto de humildad, no una excusa para sentimientos de egoísmo, dominio o superioridad.
El nivel de energía individual de una persona está íntimamente relacionado con el “poder personal”.
El poder es y el poder mueve; estas son de las pocas verdades que podemos saber con certeza.
Nuestro desafío es cultivar, recuperar y conservar hasta la última pizca de energía que hay a nuestra disposición. Hemos de saber que nuestro viaje de retorno depende por completo de la energía que seamos capaces de almacenar, para su utilización.
Una de las cosas que primero hemos de hacer en nuestro viaje de vuelta a casa, que por otra parte es el único que estamos emprendiendo siempre, es aprender a reducir, hasta eliminar, la importancia personal.
Lo único que realmente importa es el poder personal en la búsqueda de la realización de nuestro potencial oculto.
Es esencial que comprendamos que lo único que podemos hacer es demorarnos en nuestro viaje de vuelta, que no es otra cosa que volver a la felicidad, al amor y a la inocencia.
Nosotros somos los únicos responsables de los recursos energéticos que determinan cómo vivimos y cómo morimos.
Somos la suma de nuestro poder personal. Recorrer ese camino mágico nos enfrenta a un continuo misterio, que es la vida.
Requiere, también, que mantengamos una constante confianza en algo totalmente invisible, a la vez que aceptemos la responsabilidad para librar una batalla sin tregua con nuestro sentido individual del yo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Locura Divina

Creo que yo mismo me causé la enfermedad. En mi intento de penetrar en el otro mundo, encontré a sus guardianes, la encarnación de mi propia debilidad y de mis faltas. Al principio pensé que estos demonios eran habitantes inferiores del otro mundo, que podían jugar conmigo como una pelota, porque fui a estas regiones sin preparación y me perdí. Después pensé que eran partes desgajadas de mi propia mente (pasiones), que existían cerca de mí en su propio espacio y medraban a costa de mis sentimientos. Creía que todo el mundo también las tenía, pero que no las percibían, gracias al engaño protector y eficaz de la existencia personal. Pensaba que éste era un artificio de la memoria, de los complejos imaginados... un muñeco agradable de mirar desde fuera, pero con nada real en su interior.

En mi caso, mi ser personal se ha desarrollado con poros a causa de mi conciencia confusa. Con ella quería acercarme a las fuentes superiores de la vida. Me debería haber preparado para esto durante un largo periodo de tiempo, invocando dentro de mí un yo superior e impersonal, ya que el "néctar" no está hecho para los labios mortales. Éste actuó de manera destructiva sobre el yo humano-animal y lo dividió en pedazos. Desintegrados éstos poco a poco, el muñeco quedó realmente roto y el cuerpo dañado. Yo había forzado inoportunamente la "fuente de la vida", y la maldición de los dioses recayó sobre mí. Reconocí demasiado tarde que habían intervenido elementos tenebrosos. Tuve conocimiento de ellos cuando ya tenían demasiado poder. No había vuelta atrás posible. En ese momento había conseguido el mundo de los espíritus que quería conocer. Los demonios surgieron del abismo, como el guardián del Cerbero, negando el acceso a los no autorizados. Entonces decidí emprender una lucha a vida o muerte. En última instancia, esto significaba para mí la decisión de morir, puesto que había dejado de lado todo lo que sostenía al enemigo, pero que era también todo lo que sostenía la vida. Yo quería entrar en la muerte sin volverme loco y le planteé a la Esfinge: ¡o entras tú o entro yo en el abismo!

Entonces hizo aparición la claridad. Mediante el no-hacer penetré en la verdadera naturaleza de los que me seducían. Eran alcahuetes e impostores de mí "querido" yo personal que carecían totalmente de realidad. Y emergió un yo más amplio e inclusivo que me permitió abandonar mi anterior personalidad con todo lo que le rodeaba.
Vi, entonces, que con esa personalidad anterior nunca hubiera podido entrar en los reinos de la trascendencia. Como consecuencia, sentí un terrible dolor, como un golpe aniquilador, pero fui rescatado, y los demonios se fueron consumiendo, se desvanecieron y perecieron. Comenzó para mí una nueva vida y desde entonces me sentí diferente a como me había sentido durante toda mi vida. Un yo que estaba hecho de mentiras convencionales, imposturas, autoengaños, imágenes de recuerdos, un yo exactamente como el que había dirigido toda mi vida anterior creció de nuevo en mí, pero detrás y por encima de él se mantenía un yo más grande y englobante, que me imprimió con algo eterno, inmutable, inmortal, e inviolable, y que, desde entonces, ha sido mi protector y mi refugio. Creo que es bueno que muchas personas se familiaricen con este yo superior y que existan personas que han alcanzado de hecho esta meta por caminos menos dolorosos.

lunes, 25 de mayo de 2009

La Dualidad de la Percepción

Quiero llamar, de nuevo, la atención sobre dos términos que, aparentemente, se oponen entre sí y, a la vez, se complementan.

No se concibe la vida sin la muerte; nacemos para morir... Después de algún tiempo más o menos largo, según sea el caso, lo que sí es seguro es que al final, todos moriremos. Esto es lo que creemos. Es lo que vemos. ¿Quién no ha tenido la dolorosa experiencia de ver morir a alguien a quien quería? ¿Algún amigo, familiar, compañero de trabajo, conocido, etc.?
Desde siempre, que yo recuerde, se nos ha educado y aleccionado en la creencia, por otra parte terrible, de que tarde o temprano moriremos. ¿Qué esperanza nos da eso?
Mi sugerencia es una reflexión sobre la inevitabilidad de la muerte.
¿Cuántos de vosotros os la habéis cuestionado?

Últimamente se está popularizando, aún más si cabe, la idea de que la muerte no sólo es inevitable y sin duda nos ocurrirá a todos, sino además es, incluso, deseable, como una liberación de las cadenas de la materia, ya que la vida aquí es sólo un paso, una transición; y yo pregunto: ¿Será esta la guía que crea la falta de interés por nuestra amada Madre Tierra y todas las criaturas que hay en ella, incluido el mismo ser humano?
También nos extrañamos y hasta ponemos "el grito en el cielo" cuando nos llegan noticias de suicidios colectivos de personas que creían iban a salvarse, por no hablar de ser rescatados.

Quizá podamos plantearnos todas estas cuestiones, y otras, relacionadas con la vida y la muerte; si primero somos capaces de ir más allá del miedo inicial y esperar una callada respuesta desde el fondo del corazón con la honestidad y la inocencia de un niño; o tal vez preguntar a los niños. Pues como ya dijo el Maestro Jesús hace ya más de dos mil años: "Sed como niños". Por cierto, Jesús es uno de "esos" que desafió a la muerte... y la venció. También fueron suyas las palabras: "Todo lo que yo he hecho, vosotros lo podéis hacer... y más".

Para terminar, una información. Sólo por el hecho de cuestionar la inevitabilidad de la muerte, os encontraréis con demasiada gente decidida a defender con uñas y dientes su veracidad e incluso tratarán de burlarse y otras cosas que iréis descubriendo. ¡Qué paradoja! Después de todo, este mundo se sustenta en la creencia de que todo lo que nace ha de morir. Ojalá que este pensamiento no termine por matar, también, la Tierra que nos cobija y nos alimenta, ni el aire que nos da la vida.


Centro Fénix México