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sábado, 22 de noviembre de 2014

Poder y Vulnerabilidad

Todos somos naturalmente poderosos. Nacemos con un poder potencial; nuestra tarea consiste en reclamarlo, desarrollarlo y sentirnos cómodos expresándolo de manera única y personal. Al mismo tiempo, todos somos naturalmente vulnerables. Como seres humanos, tenemos necesidades y sentimientos que nos hacen profundamente sensibles. Tarde o temprano debemos aprender a sentirnos cómodos con nuestra vulnerabilidad, a reconocerla y a asumir la responsabilidad de cuidarla.

El poder y la vulnerabilidad son energías opuestas. El poder es la capacidad de influir en el mundo que nos rodea. La vulnerabilidad es la capacidad para dejarnos influir por el mundo que nos rodea. Para tener una experiencia rica, plena y gratificante de la vida, hemos de abrazar ambas polaridades. Uno de los mayores desafíos de la experiencia humana es aprender a vivir con esta paradoja: somos a un tiempo extremadamente poderosos y vulnerables. Hay muchas paradojas semejantes que nos exigen aceptar todas nuestras facetas. La verdadera sanación se basa en la auto aceptación.

Esta visión de la vida es muy distinta de aquella a la que solemos estar acostumbrados. En la moderna cultura occidental observamos las dualidades de la vida desde una perspectiva muy lineal y polarizada. En lugar de concebirlas como un todo, las calificamos de buenas o malas, correctas o incorrectas. Desde este punto de vista, sentimos que debemos elegir entre los opuestos, en lugar de respetarlos a los dos. Constantemente tratamos de determinar que extremo de una polaridad es correcto, bueno, adecuado o mejor. Entonces mantenemos y desarrollamos ese aspecto mientras procuramos liberarnos del opuesto, que consideramos negativo o incorrecto.
Esta visión, además de inducirnos a emitir juicios sobre nosotros mismos y los demás, genera un conflicto constante en nuestro interior. Puesto que todas las energías de la vida son innatas y esenciales, no podemos liberarnos de ellas por mucho que lo intentemos. Cuando damos preferencia a una cualidad sobre otra, iniciamos una guerra interior.

En nuestra sociedad, el poder suele ser honrado y respetado, mientras que la vulnerabilidad se considera una señal de debilidad, algo vergonzosa y humillante. Este tendencioso juicio cultural hace que la mayoría intente desarrollar de una forma u otra su poder y erradique, o al menos esconda, su vulnerabilidad. Esto es especialmente cierto en los hombres, a quienes la tradición cultural niega el derecho a mostrarse vulnerables.

El problema es que, como seres humanos, sencillamente somos vulnerables. Tratar de superar este hecho no lo hará desaparecer. Como mucho aprendemos a esconderlo de nosotros y de los demás, lo que nos llevará a vivir en la negación. Y lo más triste es que intentemos librarnos de un ingrediente esencial para una vida satisfactoria. Nuestra vulnerabilidad es el umbral de la receptividad; sin él no podemos recibir amor, experimentar intimidad ni alcanzar la plenitud.
Las personas que se identifican en exceso con el poder y niegan su vulnerabilidad pueden hacer grandes cosas en la vida. Sin embargo, nunca serán capaces de recibir las recompensas espirituales y emocionales de la existencia y es probable que tarde o temprano se pregunten qué sentido tiene la vida.

A pesar de nuestra preferencia cultural por el poder, muchas personas eligen consciente o inconscientemente el camino opuesto. Aquellos que han vivido experiencias traumáticas en la infancia con una persona que abusaba de su autoridad suelen renunciar a su propio poder. Estas personas podrían identificarse con la vulnerabilidad por temor a que su poder sea visto como una amenaza o que realmente perjudique a los demás. Por desgracia, este enfoque es igualmente desequilibrado. Sin poder no conseguiremos alcanzar nuestras metas en la vida ni compartir nuestros dones, o protegernos y cuidarnos como es debido. Una persona totalmente identificada con la vulnerabilidad a menudo se convierte en víctima de otros o de las circunstancias de la vida.

La identificación absoluta con el poder o la vulnerabilidad suele causar problemas económicos o dificultades para experimentar prosperidad. Cuando nos identificamos con el poder, es probable que nos obsesionemos con ganar dinero y dejemos a un lado otras cosas importantes. Cuando nos identificamos con la vulnerabilidad y renunciamos al poder, podríamos impedirnos ganar dinero y alcanzar el éxito.

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